Un comunicador sin escrúpulos y la operación de La Morsa.

Escribe: Guillermo Risso

Se venían las elecciones de 2015, como en todo oficialismo las internas eran feroces y había candidatos que se ubicaban en la grilla de salida.

Hay versiones de todo tipo sobre lo que pasó cuando le “eligieron” las candidaturas, muchas son verdaderamente falsas y no se sustentan en los hechos.

Sigue surcando la historia que fue Cristina la que eligió a Scioli como candidato único, lo cual es falso. El ex gobernador primereó al elegir a Zanini como su candidato a vice, algo consultado con la ex presidenta y a lo que ella no se opuso. Era clara la jugada del ex motonauta hoy ministro de Milei, en su intento por quedarse con parte del electorado kirchnerista que en principio lo veía con recelo.

Esa jugada enardeció a Florencio Randazzo, por ese momento ministro del Interior, y en un llamado a Cristina le recriminó esa situación, interpretando que había sido ella la que había armado la fórmula. La ex presidenta lo negó, y solo le confirmó el pedido de Scioli a que el Chino Zanini lo acompañe en la fórmula.

Es más ,Cristina le ofreció participar en la interna contra la fórmula Scioli – Zanini, con la negativa explícita del Randazzo. La cosa terminó con una ruptura que aun sigue sin resolverse, no se dio ese precepto que en seis meses las cosas en política se olvidan.

Tal es asi como se dio la situación que Cristina no tuvo empacho en habilitar la interna en la provincia de Buenos Aires, de la cual participaron dos fórmulas: Aníbal Fernández – Martín Sabbatella y Julián Dominguez – Fernando Espinoza. Competirían en las PASO y la ganadora luego por la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

El domingo 2 de agosto de 2015, una semana antes de la elección PASO, en el programa Periodismo Para Todos de Canal 13, el fallecido Jorge Lanata presentaba un informe, donde se buscaba ensuciar al candidato a gobernador Aníbal Fernández vinculándolo al triple crimen de General Rodríguez, donde fueron asesinados Damián Ferrón, Sebastián Forza y Leopoldo Bina.

La jugada de Lanata y de Canal 13 fue entrevistar a Martín Lanatta uno de los asesinos, condenado a prisión perpetua y que cumplía su condena en una cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense, a cargo en ese momento de Ricardo Casal, ministro de justicia del gobierno de Daniel Scioli.

En esa entrevista con Lanatta (asesino) de Lanata (periodista) se inmortalizó un alias: La Morsa. Según el convicto le pertenecía al en esse momento precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández, cosa que después quedó claro en la justicia que nada tenía que ver. Pero la operación tuvo éxito.

A pesar de ganar la interna, Aníbal Fernández perdió las elecciones generales de la provincia a mano de María Eugenia Vidal.

La información dice que no fue fácil convencer al asesino y condenado Martín Lanatta para que dijera el nombre de “La Morsa”. El equipo del fallecido periodista operador habría entrado por lo menos cinco veces al penal de General Alvear donde estaba alojado el triple asesino.

¿Alguien puede creer que Casal sin la autorización del gobernador tenía la autoridad para dejar hacer? ¿Quién financiaba la insistente campaña sucia manejada por un publicista muy ligado al ex presidente Alberto Fernández, contra la candidatura de Aníbal Fernández a favor en la interna de Julián Domínguez? ¿El actual ministro de turismo, ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, quería que ganase el candidato del Frente para la Victoria o prefería a María Eugenia“Heidi” Vidal?

Viendo el derrotero del motonauta, parecerían fáciles las respuestas.

El fallecido operador mediático se llevó a la tumba muchas respuestas sobre esa operación que llevó a Mauricio Macri a la presidencia y María Eugenia Vidal a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Ambas pésimas gestiones por cierto.

Cabe aclarar que La Morsa no era Aníbal Fernández, pero la operación era solo para que el “Cambio” ganase las elecciones del 2015 y surtió el efecto deseado.

Capaz en su afán de autodestrucción Jorge Lanata quería lavar las culpas de haberse vendido por monedas. Quizá también de haber sido un operador mediático sin escrúpulos. Pero todo eso con “La Morsa” a cuestas quedará enterrado y solo la historia juzgará si fue un buen o mal comunicador, más allá de ser un excelente operador político. A las pruebas me remito.


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