16 marzo, 2025

MENTIRA, EL AMOR NO VENCERÁ AL FASCISMO

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Mentira, el amor no vencerá al fascismo. Spoiler: al odio siempre se lo venció con bala y paredón.

Escribe: Vanesa Escobar

Los odiamos. Simplemente, los odiamos. Odiamos sus risas de millonarios, sus miradas pretenciosas y soberbias sobre nosotros, su estricta hipocresía aplicada a nuestras vidas: la grieta existe y está bien. El fascismo existe en la actualidad y al fascismo se lo combate, no se le discute. El fascismo no es una opinión, es un crimen. No es libertad de expresión, es voluntad de destruirnos; y no vamos a permitirlo.

Odiamos que los fascistas nos roben nuestros sueños, la comida, la salud, el tiempo libre, la educación, la jubilación y cada política pública que nos cuida. Odiamos que quieran robarnos con total impunidad nuestra existencia y nuestros derechos conquistados.

Nos enoja y nos da bronca que ataquen a una pareja de lesbianas en un barrio de la ciudad más rica del país; nos enfurece la piba violada por su propio tío a los 13 años en Santiago del Estero; nos conmueve el desastre ambiental que está sufriendo nuestro país y nos enoja ver como el presupuesto nacional contra incendios es recortado. Es que odiamos ver día a día cómo los nefastos que gobiernan nuestro hermoso país despiden a miles de trabajadorxs del Estado Nacional y llaman a eso el nuevo orden mundial o estatal (es lo mismo). No podemos tolerar que el presidente de nuestro hermoso país estafe y le robe a la gente con la excusa de ofrecer una herramienta como las criptomonedas; y que luego diga que no tiene responsabilidad alguna sobre el tema; y que encima el Congreso Nacional decida no iniciar una investigación en función de los delitos cometidos por el presidente Milei y su séquito. No soportamos más su relato antipobres, antimigrantes, antidiversidad: esa letanía que repite que los migrantes son peligrosos porque vienen a robarnos el trabajo, que dice que hay que eliminar la ESI porque es ideología de género y pervierte a las niñeces, que pide más balas que educación, que habla de vender nuestros órganos como modo de subsistencia y que incluso se atreve a querer señalar quiénes son argentinos de bien y quienes no lo son. Nos llena de ira ver a personas revolviendo la basura para poder sobrevivir. Estamos hartxs de sobrevivir, porque queremos vivir, aunque a veces no se note.

Nuestro odio es de clase, es de género y es de color. Basta de regalarles el odio de clase a los ricos, la burguesía y a los tecnócratas. Ese odio es nuestro, nos pertenece porque somos nosotres la clase oprimida que organiza la bronca y el resentimiento para responder al ataque de la clase opresora que disfruta y exhibe sus privilegios.

No creemos en su complejo de blancos salvadores: el amor no vence al odio ni al fascismo. El amor es otra cosa.

Nos proponen políticas de muerte y pretenden que nos quedemos callados, que levantemos carteles de colores y que caminemos mansamente por el carril que la yuta nos permite. Lo opuesto del amor no es el odio, sino la muerte.

No vamos a salir de la era Milei y sus secuaces con tonos amables y pedidos de clemencia y piedad. Ellos están dispuestos a exterminarnos. Necesitamos estar comprometidxs y repensarnos para construir políticas de vida frente a los caminos de muerte que nos proponen. El amor y el cuidado lo usaremos entre nosotres cuando estos nefastos que gobiernan se vayan por la puerta más chiquita que exista: nunca con gloria y honor.

Entonces, ¿cuál es la propuesta?: Asumir el enemigo. Asumir que no se lo vence con amor; porque el amor es solamente para nosotres entre nosotres; para ellos, jamás. Rearmemos también desde la bronca que hace temblar nuestros cuerpos para dejar de naturalizar la miseria y el sometimiento en el que nos tienen. Nos mueve el odio de clase.

Al enemigo dejemos de pedirle piedad, contemplación o preguntarle hasta dónde va a llegar. Ellos saben bien qué intereses defienden. ¿Pero nosotres sabemos? ¿Estamos dispuestos a organizarnos también con quienes estamos al margen del margen? ¿O haremos una fina selección de la vanguardia blanca que debe defender los intereses de quienes más sufrimos? ¿Vamos a eliminar a todos estos asquerosos, despreciables y obsecuentes en nombre del amor, compañerxs? ¿Vamos a maldecirlos y prohibir sus nombres y sus discursos en nombre del cariño profundo? Disculpenme, pero me parece que eso se hace con bronca organizada o no se hace. Basta de boludearnos teniendo contemplaciones y consideraciones especiales por ellos porque tenemos esperanza de que quizás, si les hablamos bien, pueden cambiar.

Recordemos: de amor sabemos un montón, con amor construimos espacios de cuidados para nosotrxs, con amor nos alimentamos todxs o nadie, con amor sostenemos a los que nos sentimos perdidos, con amor acompañamos a lxs pibxs que fueron engañados en el nombre de la falsa libertad y les indicamos cómo reorganizarse y sumarse a nuestra lucha.

Además, necesitamos el coraje que conocemos para construir poniendo nuestro cuerpo y nuestro corazón a disposición: nosotros no nos escondemos, nosotres ardemos de amor, todos los días ponemos cada pedacito de nuestro cuerpo, de nuestro espíritu en el territorio concreto, en encontrarnos cara a cara con otros, no nos escondemos detrás de una pantalla para maltratar a otros. Sabemos que estos imbéciles dicen que las redes son un terreno a conquistar por nosotres, y vemos a algunxs compañerxs muy apuradxs por sacar la foto que los muestre impasibles, que los imponga como referentes inequívocos; pero nosotros necesitamos seguir charlando presencialmente entre nosotros mas allá de lo que se publique, abrazarnos, besarnos, tomar mate compartiendo la bombilla, y encontrar aquello que puede ayudar al otro que me acompaña en el día a día. No hay modo de que ellos triunfen sin poner el cuerpo porque no van a ganarnos desde el anonimato de su nombre de usuario random de cuarta. Y nos van a tener que seguir viendo besándonos, acariciándonos, abrazándonos, diciéndonos cosas hermosas, cuidándonos entre nosotros aunque les ardan los ojos y no lo toleren, aunque se mueran de ganas de ser acariciados, solo podrán ser meros contempladores pasivos de nuestro fervoroso amor, y ni una caricia recibirán porque han construído todo lo que son, y nos quisieron destruir infinidad de veces, no vamos a ceder. La compasión también es un valor que solo va a quedar reservado para nosotres.

El plan de acción es sencillo, compañerxs. Retomemos la idea de organizar la bronca, ejercer el amor fraterno, eliminar al enemigo y construir el futuro. El amor no vence al odio. La vida intensa y apasionada, sí.

Asumamos posiciones ideológicas fuertes y contundentes; volvamos a hablar de revolución, de ideología, de igualdad y de pueblos. La tibieza es compañera del odio.

No apaguemos nuestros discursos, tampoco disfracemos nuestras acciones: nuestras prácticas son revolucionarias en la vida cotidiana, cuidarnos y protegernos entre quienes estamos heridos es una decisión política pero tiene que ser colectiva. La práctica del cuidado es lo contrario al abandono de quien tenemos al lado, es lo contrario al trato del otro como un objeto. El cuidado es la práctica mutua de entendernos como personas. El cuidado y el amor se pueden enseñar, son conceptos y prácticas que pueden transmitirse y aprenderse en comunidad.

No queremos a estos tipos nunca más digitando nuestras vidas. Recuerden, compañerxs, cuando dijimos nunca más, era nunca más. Cuando dijimos que no podíamos confiar en el imperialismo, ni tantito así, fue muy claro. Ellos no pueden matar lo colectivo, lo comunitario, aunque lo deseen, porque nosotres seguimos laburando aunque estemos invisibilizados o al margen de todos. Nosotres vamos a seguir existiendo, pero tenemos que mantenernos debatiendo en comunidad, aun con las contradicciones que tengamos, no podemos debilitarnos o separarnos por eso. Nuestra tarea es escapar al consumismo humano propuesto por este sistema y practicar la solidaridad y el compañerismo. No somos idénticos, quizás no tengamos los mismos gustos musicales o estéticos, pero compartimos un horizonte que es construir un mundo nuevo pleno de amor fraterno. Hay que armar un nuevo relato, generar lazos, construir comunidad, retomar el relato que ya tenemos y fortalecerlo.

Somos muchos, muchas, muches, aunque les duela, aunque no nos soporten, aunque nos digan que nos van a venir a buscar, no olvidemos eso, somos un montón y estamos llenxs de bronca y resentimiento, porque no vamos a tolerar más ver que no tenemos qué morfar o donde dormir. No vamos a seguir esperando obedientes y sumisos a que alguien haga algo o a que llegue a salvarnos quien sabe quién. Nosotres ya sabemos qué hacer: vamos a romper todo y vamos a triunfar porque nuestro pueblo así lo quiere y espera.

Esta nota forma parte de la edición digital de revista hamartia Año 15 / Febrero 2025


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