LOS HUMEDALES DEL PARANÁ EN EL CINE ARGENTINO
Mas del 90% de la población en nuestro país vive en ámbitos urbanos. Desde ellos, los humedales están fuera y suelen ser vistos como ajenos a la civilización y el confort. El cine es un arte urbano por excelencia. Nos preguntamos en qué medida este es espejo de una mirada citadina sobre la naturaleza o es capaz de transformarse en un puente que nos acerque y nos amigue un poco con ella y con lo humedales en particular.
Escriben: Nora Madanes y Patricia Kandus
El cine es un arte urbano por excelencia. Nos preguntamos en qué medida este es espejo de una mirada citadina sobre la naturaleza o es capaz de transformarse en un puente que nos acerque y nos amigue un poco con ella y con los humedales en particular.
El Delta del Paraná y diversos paisajes del corredor fluvial Paraná-Paraguay, han sido escogidos frecuentemente por los y las cineastas como escenario de diversas historias que conmovieron y siguen cautivando al público de nuestro país. En la mayoría de los casos, estos escenarios son paisajes conformados por mosaicos de humedales.
A diferencia de los bosques, los humedales aparecen en el conocimiento social e incluso hasta hoy en el ámbito académico de manera difusa, como pantanos, tierras improductivas, de difícil acceso, intransitables y hábitat de alimañas y pestes diversas. Efectivamente, es usual que estos escenarios fueron convocados en el cine para representar ambientes hostiles, narrar historias cuyos personajes deben o quieren ocultarse de la sociedad, o bien desarrollar narrativas sobre pobladores locales, donde frecuentemente se remarca una visión relacionada con un imaginario instalado en la sociedad citadina sobre la extrema dureza de las condiciones de vida en esos ambientes, los humedales.
Al respecto Bernadés (2014) señala sobre el largometraje «Marea Baja» de Pécora, 2013, que el cine argentino volvía a internarse en el Delta del Paraná, donde «… los densos juncales y escondidos arroyuelos parecen siempre propicios a ocultar misterios, mundos al margen, y una salvaje vecindad de la civilización». Esta misma percepción es la que ha motivado probablemente la realización de películas como «Refugiado«, «El Sueño del Perro«, «Marea Baja«, «La León«, entre otras, en que los protagonistas buscan en los humedales el Delta alejarse u ocultarse de la sociedad. La atmósfera oscura y tenebrosa del Delta emerge también en la ciencia ficción con la película «Invasión«. Batlle (2015) refuerza esta idea en su crónica sobre «La Huella en la Niebla» (Grieco 2014) describiendo «el regreso del hijo a su lugar de origen en una trama ambientada en la naturaleza salvaje de las islas del delta del Paraná». El mismo cronista en su nota sobre «La Creciente» (González 2019) relata que «el personaje Matía (así, sin «ese») es un joven marginal que se refugia en las islas del río Paraná y vuelve a describirla como «una zona hostil que se ha convertido casi en una obsesión para el Nuevo Cine Argentino» (Batlle 2020).
En los últimos años ese mismo Delta y el valle del Paraná, así como diversos humedales de nuestro país y más recientemente Corrientes, alcanzaron notoriedad a la luz (y el humo) de los incendios masivos y devastadores que afectaron a una importante superficie de territorios, denominándolos “incendios forestales” o “incendios de pastizales” aunque en gran parte de los casos no se tratara de incendios de bosques ni pastos sino de humedales, donde lo que se dañaba eran extensas superficies de praderas herbáceas hidrófitas (formadas por plantas a las que les gusta el agua y toleran tiempos prolongados de inundación de los suelos). O sea, los humedales además de ignorados, parecieran ser incluso innombrables.
La marginalidad asignada a los humedales contrasta actualmente con su reconocimiento como ecosistemas estratégicos en cuanto a la diversidad de contribuciones que su naturaleza brinda para el sostenimiento de las sociedades humanas y la vida en el planeta tal cual la conocemos.
Los humedales son zonas donde el agua pulsa la vida: llega desde lo subterráneo a la superficie o la cubre por considerables períodos de tiempo por desbordes de los ríos, el mar o los excedentes de lluvias poniendo a disposición ese líquido vital y generando hábitat para una enorme productividad y biodiversidad sin los cuales sería impensable el desarrollo hasta la actualidad de las sociedades humanas.
Sin necesidad de identificarlos como tales, muchas películas del cine argentino han sido realizadas en humedales, apelando a escenarios de pajonales, esteros, costas, bosques de ribera, islas, que antes de la década del 70 no se reconocían unificados bajo el término de humedal. Recién en 1971 se firma lo que hoy sería el más antiguo tratado ambiental global intergubernamental, la “Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas” donde por primera vez se reconoce internacionalmente el concepto de humedal. Ese tratado entra en vigor en nuestro país por ley Nº 23.919 en 1991.
Películas como «Prisioneros de la tierra» (Sofficci 1939), «Las Aguas Bajan Turbias» (Del Carril 1952), «Los Isleros» (Demare 1951), «El Trueno Entre las Hojas» (Bo 1957), «Los Inundados» (Birri 1962),»Isla Brava» (Soffici 1958), «Sudeste» (Bellotti 2002), «La León» (Otheguy 2007), «Zama» (Martel 2017), distintos paisajes de humedales han sido los escenarios elegidos e, incluso en «Los Isleros« y en «Sudeste» particularmente, el río que los alimenta y sostiene puede ser un personaje omnipresente. La tediosa espera de Diego de Zama para regresar a la “civilización” con su familia (Zama es dirigida por Lucrecia Martel, sobre libro de Di Benedetto de 1956), transcurre de manera aletargada y penosa en algunos de los paisajes de humedal más bellos y menos conocidos del norte de nuestro país: los palmares inundados estacionalmente por los desbordes del río Pilcomayo en el Bañado la Estrella (en la provincia de Formosa muy cerca del límite con Paraguay), las sabanas con pastizales y palmares anegables en los interfluvios del chaco húmedo y, como postal emblemática en las costas barrancosas del Río Paraná donde la mirada del burócrata se pierde en el horizonte esperando las noticias de la corona para su traslado, dejando atrás una naturaleza y cultura ajenas así como las escenas de una colonización brutal.
En el cine, recién en el año 2020 se usa por primera vez el término humedal incluso en el título de la película, el cortometraje político-ambiental dirigido por Franco Doyen con guion de Celso Florance, donde en el marco de una sátira se pone en evidencia el daño ambiental sobre el patrimonio natural ocasionado por las quemas intencionales ocurridas durante ese mismo año. Podemos pensar al cine como un lugar para habitar, pensar, denunciar y reflejarse. En ese mismo sentido es que el cine puede constituirse en una herramienta que nos ayuda a comprender las percepciones y relaciones de nuestra sociedad con la naturaleza, que en el caso de los humedales del Paraná como mencionamos antes resulta por lo menos inquietante. Tres mujeres encarnan personajes contrastantes en el cine argentino que tiene como escenario las islas del delta a mediados del siglo 20. Isabel Sarli (La tentación desnuda – 1966), Elsa Daniel (Isla Brava – 1958) y Tita Merelo (Los isleros 1951). Sus interpretaciones, además de la perspectiva de género de esa época, también nos relatan la visión quizás contradictoria de la sociedad con esa naturaleza.
En «Los Isleros« e «Isla brava«, la vida de sacrificio y aislamiento marcan la diferencia sustancial entre los personajes que se quedan y los que se van. En «Los Isleros«, el personaje de Tita Merello, “La Carancha”, y su compañero Leandro, encarnado por García Buhr, habitan “la isla”, donde no parece posible felicidad alguna (aun cuando es elegida el lugar de su proyecto de vida) y menos aún para una mujer. El arquetipo de mujer encarnado por La Carancha es un ser brutal. No hay goce posible, ni siquiera en la concepción del hijo, no hay ternura ni empatía con su compañero, sólo con su hijo, su propia sangre, desde una lógica primaria y posesiva.
El modelo de mujer que es capaz de vivir en los humedales del Delta no puede ser femenino en los términos de esa época, representado en el cine por arquetipos extremos de clase media plasmados en «Esposa Último Modelo» (Schlieper 1950) protagonizada por M. Legrand. Diferente es el caso de Anita, (encarnada por E. Daniel) en la película «Isla Brava«, que con un carácter tierno opuesto a la Carancha, decide junto a su compañero José Néstor (F. Nelson) quedarse a vivir en la isla y continuar con las actividades de sus padres, a la vez que gozan de la libertad y el modo de vida que les brinda; sin embargo, la película deja en evidencia la vulnerabilidad que su condición “femenina” puede imprimirle. Julio (Argibay), en cambio, a pesar de haberse criado en la isla decide ir a vivir al continente (la ciudad) incapaz de resistir la vida dura que impone ese ambiente, los incendios y las inundaciones.
Ambas películas señalan elecciones de vida. Por un lado, quienes se quedan en “la isla” (el humedal) valoran la vida allí o al menos están dispuestos a aceptar las condiciones de vida diferentes a las urbanas como su lugar en el mundo (la Carancha, José Néstor, Anita). Por otro lado, los que se van no parecen tolerar la vida en esos ambientes (el hijo de la Carancha y su mujer); el fuego, las inundaciones, el bicherío y el aislamiento se identifican para la cultura urbana, como más allá de la civilización.
Astelarra (2017) y Dellepiane (2021) señalan en sus estudios sobre la percepción de pobladores del Delta del Rio Paraná que existe un saber de la comunidad isleña sobre las inundaciones en base a su experiencia histórica, que les da dimensión de su recurrencia y de la situación de abandono que los obliga a sobrellevarlo aún sin apoyo del estado. Si bien es posible pensar que los isleños (como grupos sociales vulnerables) no tienen alternativa más que vivir en estos lugares, también hay una dimensión histórica simbólica y material que hace de las islas (y en consecuencia de los paisajes de humedal) su lugar de querencia (Natenzon 2003).
Desde los inicios del cine argentino muchas películas abordan con una mirada crítica problemáticas sociales donde el corredor Paraná-Paraguay ha sido uno de los escenarios favoritos con películas memorables como «Las Aguas Bajan Turbias» (del Carril 1952) o «Los Inundados» (Birri 1960); aunque en estas películas los humedales no son visibles, son parte fundamental de sus narrativa. Recientemente, la aparición del documental «El Nido«(Baretta 2022) nos brinda una pintura sobre la lucha de los miembros de la Cooperativa los Junqueros de la Isla Esperanza del Delta de Paraná frente al avance inmobiliario especulativo representado en este caso por el barrio cerrado “Colony Park”. Los encuestados, habitantes de la isla, argumentan sólidamente la defensa del humedal, exponen de manera clara las contribuciones que su naturaleza brinda desde el ciclado de nutrientes, la biodiversidad hasta el papel en la regulación del ciclo del agua. Es un documental conectado con la vida, no con lo
hostil y tenebroso del paisaje, que puede sintetizarse en una frase dicha por uno de los entrevistados: «la vida del isleño es la vida del humedal».
La idea de los humedales particularmente asociados al Delta del Paraná, como un ambiente hostil, selvático y aislado, brinda en diferentes películas la trama contenedora a individuos marginales: el Pampa en «Sudeste» (Bellotti 2003), el Turú de «La León» (Otheguy 2007), el ladrón de «Marea Baja» (Pécora 2013). Incluso, la percepción de los humedales como destino fatal emerge en ciencia ficción en «Invasión«, películas de carácter onírico como «De la muerte de un costero« (Diaz 2016), o de terror como «Parternóster, la otra mirada» (Alvaredo 2016) e incluso en cómicas de acción como «Los Extermineitors» (Galettini. C,1989) Pécora (2014) sobre su película “El sueño del perro” (2007) señala que «la geografía selvática del Delta otorga al filme un marco ominoso y amenazador. La vegetación exuberante, los sonidos extraños, la oscuridad y el misterio de la selva que rodea siempre a los personajes…». Esto le permitió generar un clima de incertidumbre y tensión permanentes donde el espectador nunca sabe qué ocurrirá al instante siguiente. La misma mirada sobre el paisaje del delta es en la que se basan González y Santander (2019) para la realización de «La Creciente«, donde los cineastas, siempre con cámara en mano, aprovechan en términos dramáticos ese ambiente y logran un microuniverso violento, donde un prófugo de la ley encuentra refugio de vida donde no hay leyes. Por el contrario, Lerman (2014) se vincula con el paisaje del Delta de otra manera, y en «Refugiado« la isla es seguridad y bienestar.
En otro orden de las cosas, la exuberancia de esa misma “geografía selvática” también dio rienda suelta al imaginario erótico cuando Isabel Sarli, “la Coca«, dirigida por Armando Bo protagonizaba clásicos como «La Tentación Desnuda» (1966) y «Los días calientes» (1966). La escena de “la Coca” (Sandra) saliendo del rio entre los juncos es el sello de la mujer erótica que Armando Bo construye para este personaje en su filmografía, hoy de una ingenuidad y machismo grotesco, encarnado en el decir «mucha hembra» de los acechadores isleños.
Desde una perspectiva de corte frívolo, películas como «Muchacho» (Fleider 1970), «El Pícnic de los Campanelli» (Carreras 1972) ofrecen una visión romántica de las islas del Delta presentando el paisaje desde su belleza escénica como una oportunidad recreativa y de esparcimiento en contacto con la naturaleza. Sin embargo, este clima se logra desde un paisaje que ha sido domesticado, transformado en parques y jardines y donde la naturaleza es grata en tanto esté bajo control (con el pasto bien cortado). Mas recientemente «Voley» (actuada y dirigida por Martín Piroyansky, 2015) recrea el encuentro de un grupo de amigos en una isla del Delta que brinda el espacio de distención y placer para recuperar su pasada adolescencia.
«Una deuda con el Delta del Paraná» es el título con que se inicia la crónica de Bernadés (2014) sobre la película «Marea Baja«. No parece ser claro que exista una “deuda” con el Delta y menos aún con los humedales. En todo caso, desde nuestra perspectiva de la naturaleza y desde los actuales conflictos socio-ambientales y de equidad de género, es interesante el relato que hace este cine sobre los humedales, y seguramente de otros ecosistemas también, como espejo de la mirada social, fundamentalmente urbana, sobre la naturaleza que nos contiene y sostiene, así como su cambio cultural a lo largo de las décadas. Desde una perspectiva ecocrítica (Heffes 2020), el cine así como la literatura y las diversas expresiones del arte y la cultura tienen la posibilidad de forjarse en instrumentos transformadores de la sociedad hacia miradas más solidarias con las diversidades de la naturaleza. El relato que hace el cine sobre los humedales, así, más allá de reflejar esta mirada controversial que la sociedad en términos generales hace de estos ecosistemas, tiene la maravillosa capacidad de transportarnos a sus dominios y hacernos vivir vidas inimaginables desde nuestras butacas o sillones. En última instancia el cine nos brinda la posibilidad de invitarnos a repensar e interpelar nuestros criterios de belleza acerca de los humedales en particular, pero sobre todo de nuestro vínculo con la naturaleza.
Notas:
*Astelarra, S. (2017). Disputas territoriales por la reinvención de “La Isla”. El caso del conflicto *“Colony
Park” en la Primera sección de islas del Delta del Paraná, partido de Tigre. Tesis Doctoral. Facultad de
Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina.
*Batlle, D 2015 Desafíos para trascender una trama convencional. La Nacion.
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/desafios-para-trascender-una-trama-convencional-nid18384
68/
*Battle, D, 2020, La creciente: Thriller de extrema tensión y crudeza
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/thriller-de-extrema-tension-y-crudeza-nid2349841/
*Bernades, H. 2014. Deudas en el Delta del Paraná. Página 12. Cultura y Espectáculos.
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-32915-2014-07-31.html
*Dellepiane, T. 2021.Comparación de riesgo objetivo y subjetivo de los residentes y turistas a las
inundaciones ribereñas en los humedales del Delta del Paraná, ciudad de San Pedro, provincia de Buenos
Aires” Tesis de Grado para optar al título de Licenciado en Ciencias Ambientales. FAUBA. UBA. Buenos
Aires Argentina.
*Kandus P y P. Minotti. 2018. Vivir sin humedales. En Futuros: Agua+Humedales. Eds: Abaham, Mataloni
y Quintana. 153-173. 478pp.
*Natenzon, C. E. (2003). Inundaciones catastróficas, vulnerabilidad social y adaptaciones en un caso
argentino actual. Cambio climático, elevación del nivel medio del mar y sus implicancias. * *En: Climate
Change Impacts and Integrated Assessment EMF(Energy Modeling Forum) Workshop IX. Universidad de
Stanford. Snowmass, Colorado, pp1-16.
Descubre más desde hamartia
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.