KÁRPOV – KÁSPAROV: UNA BANDERA, DOS PAÍSES ENFRENTADOS

Fueron casi 50 partidas jugadas durante 5 meses, donde confrontaron dos estilos ajedrecísticos en la patria de los mejores estrategas de los 64 casilleros. Una batalla que se reeditaría al año siguiente. El maestro argentino Hernán Perelman nos ayuda a analizar un choque con connotaciones políticas en el ocaso de la Unión Soviética hace casi cuatro décadas.
Escribe: Federico Raggio
Publicada originalmente el miércoles 18 de septiembre del 2024 por Lástima a nadie, maestro
La guerra va a comenzar en un tablero, una tarde de otoño, en el país de los 11 husos horarios. Siempre se respira cierta tensión antes de un match por el título mundial, pero pocas veces se da en condiciones extras que sobrepasan al mismo juego. Y si los protagonistas son dos de los mejores jugadores de la historia, el espectáculo -y el drama- está asegurado.
Pongámonos en tiempo y forma. Unión Soviética, 1984. Se estaban por implementar ciertas transformaciones político-económicas que fueron mermando el poder central del Partido Comunista y que al final llevaron a la desintegración del país pocos años después.
Casi no se cruzan la mirada. La mayoría de las veces que están frente a frente sólo miran al tablero y sus piezas. Las pocas veces que se ven a los ojos, se nota que no es una cuestión sólo de intimidar al rival: no se quieren.

Hay tragedia y hay drama en el ajedrez. Y además, tiene que haber mucho de ingenio. Para Anatoli Kárpov , uno de los protagonistas de esta historia, “el ajedrez fue creado por genios”. Mientras que para su contrincante Garry Kaspárov “la máxima habilidad en el ajedrez consiste en no mostrar al rival qué es lo que él puede hacer”.
A casi cuatro décadas de este choque de titanes, para analizar sus pormenores nos encontramos en el Club Argentino de Ajedrez (CAA) con Hernán Perelman, profesor y entrenador de la de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA), que además forma parte del cuerpo técnico de la institución. También es FIDE Trainer (FT), un título que otorga la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Acompañó y trabajó con muchas chicas y chicos argentinos que en algún momento se han destacado en mundiales juveniles, panamericanos y sudamericanos, como el caso de Alan Pichot (fue campeón mundial juvenil Sub-16 2014 en Sudáfrica).

Por otra parte, Perelman dirige la Escuela de Alto Rendimiento del Club Argentino de Ajedrez, institución que formó a varios de los mejores ajedrecistas argentinos. En sus 118 años de existencia no sólo se jugó una histórica final del mundo -entre José Raúl Capablanca y Aleksandr Alekhine- sino que fue visitado por algunos de los mejores jugadores de la historia además de Capablanca y Alekhine: Emanuel Lasker, Bobby Fischer y Garry Kaspárov, así como varios pioneros del ajedrez argentino como el maestro polaco-argentino Miguel Najdorf y Oscar Panno, entre otros.
La hegemonía soviética
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial los ajedrecistas soviéticos dominaron los tableros, repartiéndose los títulos mundiales hasta la aparición del norteamericano Robert James “Bobby” Fischer, quien batió en plena Guerra Fría al ruso Borís Spassky (que se había adjudicado el campeonato del mundo entre 1969 y 1972).
El excéntrico y genial Bobby Fischer vencía a uno de los maestros soviéticos en lo que fue catalogado como “Match del siglo”, horadando el orgullo de la tierra de los mejores ajedrecistas del mundo.
Desde 1927 hasta 1972 solamente en una oportunidad se había consagrado un maestro que no pertenecía a la URSS: el holandés Max Euwe (de 1935 a 1937). La promesa para que regresara el reinado soviético al ajedrez tenía nombre y apellido: Anatoli Kárpov.
Tolya: De los Urales al mundo
Anatoli Yevguénevich Kárpov nació en los Montes Urales, en la pequeña ciudad industrial de Zlatoust. Proveniente de una familia de campesinos, fue bautizado por presión de sus dos abuelas. A los 4 años su padre comenzó a enseñarle los primeros secretos del juego de las 64 casillas. Y con sólo 7 ya había vencido al mejor ajedrecista de su pueblo.

En 1966 con 15 años se convirtió en el maestro más joven de la URSS. Tres años después “Tolya” (como lo llamaban sus amigos) se consagró campeón mundial juvenil de ajedrez. En 1971 obtendría su primer torneo grande en la Unión Soviética. Era cuestión de tiempo: estaba destinado a devolverle el esplendor a su país.
La Federación Soviética de Ajedrez tenía entre ceja y ceja al estadounidense Bobby Fischer. Sus jugadores siempre estuvieron por delante del resto. Y el elegido para desbancarlo era el joven ajedrecista de Los Urales.
En 1973, durante el Torneo de Candidatos al Campeonato Mundial, Kárpov les ganó en partidas consecutivas a sus compatriotas Lev Polugayevski, Borís Spassky y Víktor Korchnói. Al doblegar a esos maestros, sin dudas se había ganado el derecho de enfrentar a Fischer.
Las expectativas para un nuevo “match del siglo” eran altísimas.
¿Qué hacemos en Manila?
Florencio Campomanes, en aquel entonces una alta autoridad de la FIDE (luego estaría al frente de la organización entre 1982 y 1995), llevó adelante las negociaciones para que se concretara el encuentro en la capital de Las Filipinas, país donde había nacido el dirigente y ex ajedrecista.
Al mismo tiempo que se organizaba el choque entre el norteamericano y el soviético, empezaban los problemas. Cuando prácticamente se estaban cerrando las negociaciones para al fin y al cabo firmar el contrato donde estaría en juego una bolsa de 5 millones de dólares, Bobby Fischer comenzó a exponer diversas objeciones.
El genio de Fischer, tal vez por temor, quizás sólo por ego o por algún otro trastorno de su enigmática personalidad, no quiso enfrentar a la nueva sensación del ajedrez. Aunque nunca se dieron a conocer las motivaciones por las cuales el héroe norteamericano de la Guerra Fría se negó a enfrentar al retador soviético, se conocía que el maestro nacido en la ciudad de Chicago sufría de graves alteraciones mentales, las cuales se fueron incrementando con el paso del tiempo.
Algunos expertos del juego creen que tenía un fuerte miedo a perder. Para los fanáticos del ajedrez fue una decepción que se no se concretara el encuentro entre estos dos pesos pesados. Hubiese sido como un anticipo de Rocky IV pero en la realidad. En 1975 Anatoli Kárpov se consagró campeón mundial por abandono, como se dice en los picados cuando un equipo no quiere desempatar.
Después, Kárpov vencerá de nuevo a Korchnoi. Reinará como el mejor ajedrecista del mundo durante casi 10 años y no tendrá rivales en el camino hasta la aparición de un joven que provenía de una república ubicada al suroeste de la URSS.
Un ambicioso retador de Bakú
En 1975, un joven Anatoli Kárpov concurrió a Leningrado para participar en una exhibición. Allí cruzó a un niño a quien doblaba en edad: Garry Kímovich Kaspárov.

Hijo de padre judío y madre armenia, este genio nació en Bakú, capital de la entonces República Soviética de Azerbaiyán, doce años después que su futuro archirrival. En 1976 obtuvo el Campeonato Juvenil de la URSS y en 1980 conquistó el Campeonato Mundial Juvenil en Dortmund (Alemania) y le fue otorgado el título de Gran Maestro Internacional por parte de la FIDE. Al año siguiente dominó el Campeonato Nacional de la URSS y en 1982 ganó de forma brillante el Torneo Interzonal en Leningrado así como la Olimpiada de Ajedrez en Lucerna (Suiza), venciendo en un duro match contra el legendario maestro Víktor Korchnoi.
En 1984, con sólo 21 años, obtuvo el derecho de enfrentar por el campeonato del mundo a Kárpov en la capital soviética.
Un maratón sin ganador: la final del mundo de 1984
El interés por el ajedrez en la URSS era de por sí impresionante y en el contexto de esa final creció de forma significativa. Todas las entradas para el Salón de las Columnas de la “Cámara de los Sindicatos”, donde se disputaría el evento, se agotaron antes de tiempo. Durante días, en la televisión y radio soviéticas se realizaron análisis exhaustivos de los matchs precedentes de ambos contendientes. Quedaba claro que se daría una contienda entre un ajedrecista experimentado y poseedor de sangre fría, paciente, especialista en establecer posiciones sólidas, y otro muy joven e impulsivo, apasionado por el juego de ataque.

“El ajedrez parece un juego tranquilo, pero no lo es. Te diría que es parecido al boxeo ¿Por qué? No es un juego de puntuación. No es que vas 2 a 0 o 3 a 0. Podés tener ventaja en una posición, pero cualquier mínima distracción, te comés un golpe que es lo más parecido al golpe del knock out. Es decir, vos podés tener una ventaja importante pero te comés una jugada y te dan un mate al fondo o te dan un doble de caballo y te comen la dama, ¿sí? Yo tuve muchos alumnos que eran aficcionados al boxeo. Y les gustaba mucho el ajedrez porque encontraban algo parecido, con la distancia que en el boxeo ponés el cuerpo y podés terminar en un hospital. Acá, de última, puteás y tirás las piezas. Es muy interesante ese tema: acá está el golpe del KO. Por otro lado, tampoco es un deporte en equipo, toda la responsabilidad está en uno. Bajás la guardia, te desconcentrás y chau. Un error lo podés pagar carísimo. Capaz estás dominando, estás haciendo todo bien durante tres horas y en la última media hora te comés una jugada. En el boxeo también, podés ir ganando por puntos, hasta último momento, y te meten una (piña) y te tumban. Por eso el ajedrez tiene mucho de eso”, explica el maestro argentino Hernán Perelman.
El 10 de septiembre de 1984 en Moscú comenzó el enfrentamiento entre ambos. Las tablas no contaban: había que llegar a las 6 victorias, sin límites de partidas a disputar. A las 9 partidas, Kárpov ya estaba arriba 4-0. Kásparov entendió que debía defenderse y no salir al ataque como acostumbraba. Luego vendrían 17 empates seguidos. En el juego número 27 Kárpov se puso 5 a 0 y estaba a un paso de un triunfo demoledor.
El aspirante al título mundial piensa: “Voy a congelar, voy a jugar a que no me gane. Me voy a olvidar de ser tan impulsivo”. Apela a su fuerza de voluntad para sobrevivir. Es un jugador, en palabras de Perelman, “exquisito, de producción de belleza con sacrificios de piezas”. Y agrega: “A pesar del ímpetu que tenía a esa edad, a sus 21 años, decide no complicarse y comienza a agotar al campeón al tratar de empatar los juegos”.

“Cuando Kárpov mete el 5 a 0 ya está ‘match point’. Bueno, y ahí Kaspárov cambia su estrategia. Él hasta ese momento venía derrotando a los grandes maestros de forma, llamemósle, muy agresiva, con mucha autoridad. En el camino al título mundial y en todos los torneos que jugaba hacía scores muy altos, al estilo de lo que hacía Fischer, salvando las distancias y las diferencias de época, de lo que hizo camino al título mundial. Entonces, él sintió que le iba a ganar a Kárpov y se encontró con lo que realmente era su rival. Después, dijo: ‘mi mejor maestro fue Kárpov’. Porque fueron ‘enemigos’ deportivos, y en su momento ideológicos también”, cuenta Perelman.
Llegan otras 17 tablas en el lapso de unos meses. El desgaste es terrible y el ajedrecista nacido en Los Montes Urales pierde confianza en sí mismo. En la 32° Kaspárov obtiene su primera victoria apelando a un juego más posicional, al estilo Kárpov. E inmediatamente llegan dos victorias más del joven maestro de Bakú. Los seguidores de la final estaban desconcertados. Ya no era tan segura la victoria del experimentado defensor del título que lucía agotado física y mentalmente. Con otras reglas ya lo hubiera retenido.
“Daba la sensación que si seguía jugando podía perder 5 partidas seguidas. Él era el jugador del establishment en ese momento. Mientras que Kaspárov estaba vinculado a lo que luego fue la Perestroika (literalmente, ‘reconstrucción’, ‘reforma’). Aparte que el campeón mundial de ajedrez para la Unión Soviética es un asunto de Estado, es algo muy importante”, aclara Perelman.
Entonces sucede lo inesperado. El presidente de la FIDE, Florencio Campomanes, anuncia el 15 de febrero de 1985 la finalización de la batalla ajedrecística sin anunciar al ganador. El filipino asegura que “se han agotado los recursos físicos y, posiblemente, psicológicos no solo de los participantes en el partido, sino también de todos los relacionados con él”.
En julio durante un congreso de la FIDE se posterga la disputa del título mundial, el cual se realizará a partir del 1° de septiembre de ese mismo año pero con las reglas clásicas: al mejor de 24 partidas. Es decir, quien hace 12 ½ puntos gana. Las tablas cuentan ½ punto y cada victoria 1. El recinto será la “Sala de Conciertos Tchaicovski” de Moscú. Existían sospechas de que algunos dirigentes soviéticos estaban del lado de Kárpov y otros de parte de Kaspárov.

La primera contienda entre ambos maestros soviéticos ocupó un lugar especial en la historia, tanto por su duración -sin precedentes- y por la intensidad y el drama con la que se disputó. Fueron 48 partidas donde 40 de ellas terminaron en empate. Más adelante se redactarán muchas publicaciones y libros que agrandarán la leyenda sobre esta batalla ajedrecística.
Al momento de la suspensión de la final, Kárpov aventajaba a Kaspárov por 5 victorias contra 3 (le faltaba sólo una para consagrarse). Pero todos estaban cansados, no sólo los jugadores: los jueces, el público en la sala y la audiencia en las pantallas televisivas.
Del Politburó a Pizza Hut
Apenas un mes antes de la definición del campeonato mundial de ajedrez, Mijaíl Gorbachov llegaba al poder. Como miembro más joven del Politburó (la comisión política del Comité Central del Partido Comunista Soviético), era un entusiasta discípulo del reformista Yuri Andrópov.

La economía soviética no marchaba bien y Gorbachov creyó que se debía reestructurar y frenar la tendencia desaceleradora. Para ello propondría la modernización industrial, la optimización de la “eficiencia” laboral, y la liberalización de algunas actividades económicas así como la apertura a las inversiones extranjeras (esto último hacia el final de su mandato). Pero los cambios introducidos por el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la URSS desataron fuerzas incontrolables que en vez de ayudar a la supervivencia del socialismo, generaron un espiral destructivo. Como consecuencia de ello, para fines de los ‘80 llegarían la desregulación salarial, la liberalización de los precios y la privatización de empresas. Historia conocida con final conocido.
Por otro lado, la intervención soviética en Afganistán y la carrera armamentística -buena parte del PBI se destinaba a Defensa- ayudaron a profundizar la crisis económica que se venía arrastrando desde los ‘70. El poco desarrollo comercial de la segunda potencia industrial del planeta y los problemas para abastecer a su población de ciertos bienes de consumo eran un “mal menor” ante lo que luego fue la desintegración de la URSS, la cual acarrearía mayores problemas socioeconómicos así como la caída de la producción industrial y la subasta de cientos de empresas estatales.
Mijaíl Gorbachov será un presidente sin partido. En su futuro -como una broma cruel- está escrito que actuará en un comercial de Pizza Hut cuando la compañía inaugurase su primer local en Moscú. Más adelante llegará Borís Yeltsin a rematar desde adentro -y sin asco- el trabajo comenzado en los ‘80 por el Departamento de Estado norteamericano.
Segunda parte del choque más apasionante de la historia
La final del mundo de 1985 sería algo diferente. Ambos ya se conocían al cabo de competir durante casi medio año. Todo eso lo capitalizó muy bien Kaspárov, según cuenta Perelman: “Cambió de alguna forma su juego. Fue modificando su estrategia, optando en partidas por hacer un juego más agresivo, en otras más posicional. Tiene muchas victorias posicionales en ese match. Eso le había pasado también con Petrosián (Tigran). Las dos primeras partidas que juega contra él, Kaspárov sale a matarlo y Petrosián lo paró en seco y le metió un 2 a 0. Y ahí pensó ‘¡ah este es bueno en serio!’. Y la primera partida que Kaspárov le gana lo hace casi en el estilo de Petrosián, en un estilo posicional”.

“Hay una obra de Kaspárov que se llama ‘Mis geniales predecesores’, que es muy interesante ya por el título en sí, donde él analiza a todos los grandes jugadores de cada época y va nombrando los aportes, los cambios de paradigma, de cómo pensar el ajedrez, y cómo cada maestro va evolucionando. Y hoy tenemos a Magnus Carlsen (noruego, ex campeón mundial) que ha absorbido de alguna manera todo esto. Entonces no soy muy afín de comparar jugadores o de decir quién es mejor. Lo que puedo decir, tiene que ver mucho con la contemporaneidad de uno también: ‘yo vi jugar a Maradona, no lo vi jugar a Pelé’, etc. Kaspárov es un jugador que a mí me ha deslumbrado porque he vivido toda la época fantástica de él”, relata Perelman.
El primer encuentro es para Kaspárov, después Kárpov ganará dos partidas seguidas. Llegarán una serie de tablas hasta que el retador empatará. Seguirán otros empates y Kaspárov obtendrá dos victorias más (en la partida 16° vencerá de manera brillante), hasta que el campeón defensor descontará en la 22°. En un enfrentamiento muy parejo, llegaron al último día con apenas un 1 punto de ventaja a favor del azerbaiyano. Si el maestro de Los Urales vencía, igualaría el choque y retendría el título.
Esclarece Perelman: “Hay como dos grandes aperturas clásicas en ajedrez. Tenés lo que sería peón-rey: avanzar el primer peón a la casilla ‘4 rey’ o avanzar el primer peón a la casilla ‘4 dama’. Ya esas dos jugadas definen muchos estilos de juego. Generalmente, los jugadores agresivos juegan ‘peón 4 rey’ (P4R), ¿sí? Es una jugada que da mayor desarrollo de pieza y mayor velocidad a la partida. Y los jugadores más posicionales juegan ‘peón dama’. En relación a la última y decisiva partida, donde llega con 1 punto de ventaja Kaspárov (iba 12 a 11 y con un empate sería para ser campeón) y Kárpov estaba obligado a ganar (las tablas no le servían), el campeón venía jugando básicamente ‘peón 4 dama’ (P4D). Pero siendo una partida decisiva decide jugarle ‘peón rey’ ya que es a todo o nada. Él estaba con las blancas, que en el ajedrez es muy importante porque es como tener el saque en el tenis, es tener la iniciativa. Es como tener la sartén por el mango, podés básicamente elegir qué tipo de partida, porque tengo un movimiento de más, etc, etc, etc. Y Kaspárov responde con una de las defensas más agresivas”.
El originario de Bakú podría haber jugado para llegar a las tablas. Sin embargo, como explica Perelman, “Kárpov plantea una forma de juego de ataque y él espera en una famosa defensa que da en una posición que se llama ‘Scheveningen’, que es una variante de la ‘Defensa Siciliana’, que es una posición muy sólida pero con contrajuegos interesantes. Se da una partida muy bonita. La defensa elegida, aún en la actualidad, cuando uno tiene que jugar a ganar con negras, generalmente elige la ‘Defensa Siciliana’. No es una regla esto, pero es muy válido en la actualidad. Si yo tengo que jugar con negras a ganar, hago esto. Igual, Kaspárov jugaba a eso”.

La sensación de la partida es que Kárpov nunca terminó de decidirse por el ataque, interpreta Perelman: “Llegó a la posición donde en algún momento tenía que tomar una decisión más enérgica. Es como que quiso tener todo controlado. Hizo jugadas de demasiado control -esa es mi perspectiva, a nivel técnico-, hasta que en un momento las negras hacen contrajuegos más o menos típicos de esa posición y las blancas se quedaron con las piezas descoordinadas en un ataque que se estaba dificultando ya para poder concretarse”.
Después, el juego toma un momento sinuoso donde había algunas posibilidades de empate también para Kárpov, no obstante Kaspárov realiza contraataques típicos con las negras y termina destrozando a las desconectadas piezas blancas con estos últimos geniales movimientos: Dama a7 – Alfil g2 – Caballo d4. Tal fue el impacto de esta derrota en la carrera del ajedrecista originario de Zlatoust que no jugó nunca más P4R según Perelman: “Y a partir de ahí empezó a jugar ‘peón dama’. De hecho, en todos los matches posteriores, nunca más le jugó ‘peón 4 rey’ a Kaspárov”.
A sus 34 años Kárpov resignó el título luego de una década. Eran las 21.54 del 9 de noviembre de 1985. La exhibición dada por Kasparov en la última partida no dejó dudas de que era merecedor del honor de ser llamado el mejor jugador del planeta. A sus 22 años se convirtió en el campeón mundial más joven de la historia.
“Ambos se admiraban mutuamente. Inclusive, cuando Kaspárov estuvo preso hace poco (participa activamente en la política rusa y es opositor al gobierno de Vladímir Putin), Kárpov lo fue a ver… Pero bueno, ese match lo que tuvo fue eso: fue un acontecimiento único, de resistencia, sin parangón a nivel deportivo”, cierra Perelman.
En 1986 (con Londres y San Petersburgo como sedes de la final) volverían a enfrentarse y Kaspárov se llevaría la victoria por un ajustado 12,5 a 11,5. En 1987 definirían nuevamente el mundial en Sevilla. El empate a 12 le permitió al de Bakú retener el título. La quinta y última vez que definieron un campeonato del mundo fue en 1990 (con Nueva York y Lyon como sedes): Kaspárov 12,5 – Kárpov 11,5.

Fue la mayor rivalidad en la historia del ajedrez. No se querían pero se admiraban y se necesitaban el uno al otro. Después de 500 horas frente a frente, venció Kaspárov y ganó la Perestroika. Perdió Kárpov justo cuando comenzaba la mayor debacle geopolítica del siglo XX.
Kaspárov acorrala con Dama a7 – jaque.
Arriba el impulsor de la Perestroika y con él llegan las reformas. Lenin se revuelve en su tumba.
Kaspárov hiere de muerte con Alfil g2 – jaque.
El secretario general del PC propone liberalizar la economía y se liquidan los monopolios estatales. El Departamento de Estado comienza a dar la estocada final.
Kaspárov termina su obra de arte con Caballo d4 – jaque.
Un hombre con una mancha en la frente aparecerá en las portadas de Time y Newsweek como personaje del año aunque un país comienza a desmoronarse. Luego, comenzará el repliegue táctico pero será tarde ya. La historia le pasará la factura.
Mate.
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