Que las internas opositoras no tapen el bosque incendiado del oficialismo.

Escribe: Guillermo Risso

El peronismo no escapa a la dispersión política. La derrota del 2023 todavía no fue digerida por muchos sectores que hoy abrevan en el movimiento más importante del siglo XX, no excluyo a nadie en esta afirmación, aunque algunos están parados de forma diferente para lo que viene.

La frase que dijo Cristina en un acto es simbólica, ya expresada por Perón y que fue el que la acuñó: «Si cada peronista lleva el bastón de mariscal en su mochila, está en sus manos y en su capacidad el hacerse digno de empuñarlo con honor y beneficio. La Patria vive días inciertos y dramáticos, sometida al vasallaje de sus fuerzas de ocupación, al servicio de una causa que no es la de la República. Cada uno de sus hijos tiene un deber y un grado de responsabilidad, pero tiene ante sí la posibilidad de luchar para defender esa responsabilidad…». Hay quienes son responsables y lo blanden con bastante autoridad.

El dirigente con mayor peso y gestión, siempre hablando dentro del espacio nacional y popular, es el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof. En cada paso que da muestra la contraposición con el gobierno libertario, un modelo absolutamente diferente por si hace falta aclararlo. El grado de importancia del que gobierna tierras bonaerenses es supino, siendo el territorio que más aporta al PBI nacional y el que en comparación menos recibe por la cantidad de población que tiene.

Esto tiene consecuencias claras, porque las cuentas no cierran ya que no recibe lo que debería, amén de los 7 puntos cedidos por el gobernador Armendariz allá por 1987, nunca devueltos. 

El golpe es muy fuerte en la reducción del flujo y eso impacta en toda la estructura, lo cual también genera problemas políticos, y requiere hacer equilibrio entre el conflicto y la resolución de estos, tarea ciclópea si las hay en este contexto de ajuste salvaje.

Además debe lidiar con las internas que claramente se están dando y a cielo abierto. Sin ir más lejos, ayer en el corazón de La Plata Máximo apuntó sus cañones al gobernador, momento en el cual al gobierno le están entrando balas y que terminó la semana con un misil desde el Vaticano. El Papa Francisco habló sin eufemismos y direccionó todas sus críticas hacia el gobierno de Javier Milei. No era ayer el momento de seguir ahondando las críticas, si las hay se definen a puerta cerrada, por lo menos esa es mi posición.

Por cierto, remarco, sosteniendo una gestión en medio de un tifón en contra, con ajuste sobre las cuentas de la provincia y elegido como el blanco de todas las afrentas del gobierno nacional.

No voy a hacer futurismo, pero puedo hacer analogías con respecto al 2019. Allí la situación empujó a la unificación de un peronismo que vio y sintió que era el momento y se podía llegar nuevamente al poder. 

La situación no era ni cerca la actual, la embestida contra las mayorías hoy es obscena y además con una cuota elevada de prepotencia.

El gobierno ataca con 9, defiende con 1 y tiene un arquero lento. No falta mucho para que le entre el primer gol y pierda por goleada, no tiene la pelota dominada.

La represión, su caballito de batalla, sufre reveses. Los responsables del la del presente gaseando, y los del pasado, por que cuánta casualidad ese fallo de la CSJN contra Mathov y Santos, responsables de la masacre del 20 de diciembre de 2001. No son los únicos, pero desde hace unos días duermen en Ezeiza. También la justicia muestra sus cartas.

Pasaron semanas malas para el gobierno, vienen otras no buenas, solo tratemos de no hacernos internismos encima.


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