Un pobre acto conducido por oradores pobres de discurso pobre, para una convocatoria pobre.

Escribe: Julián Andreu

Foto: Matías Rosingana

No es novedad que cuando un gobierno se ve flojo de apoyo popular recurra a un masivo acto para bañarse de su militancia y se revitalice. El acto de los hermanos Milei no fue para nada esto que debía ser, sino todo lo contrario.

El pobre acto en Parque Lezama donde menos de cuatro mil personas se aburrieron con discursos paupérrimos fue un baño de realidad. El primero de los discursos fue de Karina Milei. Para dar contexto a su intervención queda claro que será ella la que encabece la boleta de LLA
en la provincia de Buenos Aires, por arriba de los que hoy parecerían ser número fijo, con esto se buscaría la pureza tan deseada por los violetas.

Ahora, lo que debería haber preparado era su exposición y su discurso. Se pudo ver una persona improvisada que ni siquiera podía sostener el hilo de lo que leía, trayendo a la cabeza la tan mentada frase de Diego Maradona: “no sabe leer, no sabe leer” cuando se refería a Macri. Karina
Milei no sabe leer. Tampoco sabe manejar tiempos de discursos, las frases y los remates donde la “muchedumbre” debería vitorear y subir la intensidad de sus gritos y cantos, ausentes durante toda su intervención. Fue tan malo lo de esta mujer que Javier Milei no se animó a compartir el escenario con ella.

Se entiende todo ahora, porque esta señora que hasta hace un año preparaba tortas, por cierto muy buenas dicen los que las degustaron, y tiraba las cartas. No se le conocía la voz, se perdía en el desarrollo del discurso, se le mezclaban las hojas y tiraba frases deshilachadas y sin sentido. Para la elección legislativa falta un año, hay tiempo para que aprenda, por lo menos a leer de corrido.

La segunda parte estuvo a cargo de Javier Milei, el hermano de Karina y a la sazón el presidente de Argentina. No estuvo lejos de la aberración del primer discurso. La diferencia entre ambos radica en que Milei siempre dice lo mismo, tira números grandilocuentes que nadie entiende, y mucho menos el público que asistió a Parque Lezama. Hay algo que repite en la bolsa de Nueva York, en la OCDE, frente a empresarios nacionales e internacionales y con sus amigos periodistas, esos que van los domingos a escuchar ópera con él, los ensobrados a los que le dedicó insultos desde el escenario. Siempre dice lo mismo sin discriminar a quien se dirige.

Fue un discurso largo, aburrido, ni siquiera emocionó a los militantes llevados en micros desde el conurbano. Esto último no por criticar, me parece perfecto que para los actos la militancia pueda tener a disposición vehículos para asistir, pero claro por lo menos hubiesen calculado la cantidad, lo bondis llegaron casi vacíos.

Lo que si es criticable es que esto cuando lo hacen otros, llámese movimientos sociales, sindicatos o partidos políticos, es blanco de críticas descarnadas y este presidente los tildaba de “casta”. Bienvenidos a la casta, diría que capaz son bienvenidos a la política.

Volviendo al discurso, hay algo que un orador no debe hacer y es el peor error: aburrir a los asistentes. Fue demasiado largo con números que nadie entiende, son fantasía, e insultó a todos. Entre los insultados están los medios, los mismos que hoy nada dicen del paupérrimo acto. Los tildó una vez mas de ensobrados, imagino que les llegará hoy el sobre para no decir que lo de ayer fue un papelón.

Se podría hacer un brevísimo análisis de lo que se buscó con este pobre acto. El gobierno sabe, de hecho le pegó a los encuestadores también, que fue su peor mes desde el inicio de su gestión. Los números que sí son verídicos, lo que muestra la realidad día a día, son horrendos. La pobreza se disparó, pero el presidente dijo desde el atril que está bajando. Nadie puede confirmar esto, ni siquiera el oficialismo que se llamó al silencio.

Hay cosas peores. Cuando el número de pobreza vio la luz, el presidente se mostró sonriente en el balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez, ícono de los 90, burlándose de esas mayorías que la pasan muy mal hoy, responsabilidad pura y dura de esta gestión. El intento fue volver a la raíz donde todo empezó, relanzarse como candidato. Pero claro, ya no lo es, hoy es el presidente y no un panelista de televisión. Desde esa posición era más fácil.

Septiembre termina para la gestión libertaria con varios puntos en contra. Este acto fue otro y octubre empezará con la marcha universitaria del miércoles 2. Se puede percibir que será masiva. También sabemos que suelen no ver la realidad, ni Milei ni los cómplices que lo
rodean. Mal augurio para un fin de año que está muy cerca.

Mientras se desarrollaba el acto, jugaba Boca un pésimo partido en Córdoba, al terminar casi al unísono con el acto. Ambas actuaciones fueron desastrosas. El técnico de Boca tuvo dignidad y renunció. El presidente se fue creyendo que hizo historia. La realidad a veces puede ser ficción. El problema es creérsela. Hasta que te aplasta. Y ahí, ahí ya es tarde.


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