Escribe: Agustín Ortiz

El presidente Javier Milei dio inicio a las sesiones legislativas el viernes por la noche, en un escenario atípico para la tradicional apertura de Diputados. En un discurso plagado de prejuicios, fake news y frases hechas, el presidente eligió la confrontación y apuntó exclusivamente contra lo que él denomina «la casta». La puesta en escena estuvo acorde al discurso, la transmisión oficial solo enfocaba al minoritario bloque de LLA y a los aplaudidores de los palcos para aparentar unanimidad.

Hacia el cierre del discurso, propuso un pacto de 10 puntos a firmar el 25 de mayo en la provincia de Córdoba, invitando a formar parte a gobernadores y expresidentes. Lo particular del denominado Pacto de Mayo es que el contenido ya está escrito por el presidente, sin consenso previo, y los puntos parecen un recorte de la Ley Ómnibus o el mega DNU.

La organización vence al tiempo

Para la cita invitada por Milei restan 85 días. Si la idea del Pacto de Mayo llega a ser algo firme como la Ley Ómnibus o el DNU, fines de mayo es una instancia donde el peronismo puede llegar con una posición sólida y con mayor nivel de organización. Guillermo Moreno decía, antes del discurso de Milei, que en 60 días estará el peronismo organizado y para el 25 de mayo faltan 84.

Para eso será necesaria la discusión hacia dentro y ponerse de acuerdo, y mientras más amplia sea esa discusión mejor. Moreno, Grabois, Llaryora, Insfrán, Kicillof, Massa u otros: dirigentes pueden haber muchos, lo que importa es tener una organización clara y en unidad. El peronismo no debe repetir los errores de la “unidad hasta que duela” o “es con todos” con tal de sumar cantidad pero con un movimiento disperso y sin forma.

En ese sentido, un pacto a firmar donde los puntos ya están establecidos no es un pacto sino una carta de sometimiento para darle gobernabilidad con las reglas escritas por el que detenta el poder.

Pero con esos 10 ejes, poniendo la fecha e invitando a confrontar abiertamente, Milei le hace un favor al peronismo. Ahora el peronismo tiene un por qué y un para qué para organizarse y resurgir. Si el presidente vuelve a tropezar, su inestabilidad estará consumada.


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