EL NOVENO CÍRCULO DEL INFIERNO

«A nuestra hermosa patria la gobierna un grupo de traidores perversos cipayos que bien deberían estar helándose el culo en el noveno círculo del infierno con Lucifer, Baphomet, y con Milei».
Escribe: Eva Chapanay
El frío congela bestialmente Buenos Aires, ese aire helado que es casi imposible de respirar. Las manos, los pies, los huesos y hasta las lágrimas duelen. Ese frío maldito no llega a ser la nieve de El Eternauta, pero atraviesa los cuerpos y ni siquiera el temblor reflejo alcanza para calentarse. Dormir en la calle tiene como posible castigo morirse de frío intentando conciliar el sueño: el corazón se detiene, luego de intentar con esfuerzo mantener con vida al cuerpo que lo contiene.
Hoy es otra noche fría en un puente del Gran Buenos Aires y hay una familia como la de aquel pesebre de Belén durmiendo allí. Hay otros hombres jóvenes, que no son los Reyes Magos, en el mismo lugar compartiendo comida y frazadas. El paisaje es desolador: basura amontonada, tierra húmeda, fierros retorcidos por el óxido que ya no sirven ni para venderse, algunas bandejitas que tenían comida y algunas ratas, no tan bienmiradas como los animales del Pesebre del Señor, dando vueltas entre los niños pequeños. Y el frío, claro, atravesándolo todo: la comida, las ratas, y a los chiquitos también. Ahí nadie espera el nacimiento de ningún salvador de la humanidad. Hace años, ellos permanecen allí, sin esperar demasiado, solo transitando el día a día. De los niños poco se sabe, no más de 9 o 10 años tienen, pero sus miradas están cargadas de un peso muy triste y antiguo.
Un grupo de mujeres jóvenes que forman parte de una estructura municipal recorren la ciudad que alberga a este grupo y van a visitarlos: quieren saber cómo están y qué necesitan. El diálogo es difícil, la miseria está a la vista pero no todo es tan lineal: nunca puede suponerse la historia de vida de nadie previamente. Esos niños no son hijos biológicos del padre que se presenta como tal, pero eso poco importa. La madre de los niños sabe que la procedencia del padre biológico es nefasta y perversa: quien debería ser abuelo de los niños abusó de ella y la dejó embarazada; el padre biológico es padre y abuelo de los niños. Ya no tiene contacto con él. La madre es una mujer de contextura física pequeña, algo huraña y con un carácter fuerte: ¿cómo defender a sus hijos ante tanta crueldad que los atraviesa ya desde su concepción misma?
El grupo de mujeres les entrega unas frazadas, bebidas calientes y promete volver al día siguiente. Ellas saben que eso no es suficiente, pero no han podido convencerlos de ir a otro lugar más cálido o donde puedan refugiarse mejor. Antes de irse en el vehículo en el que se desplazaban, una de ellas ve una figura extraña al costado de la carpa improvisada donde vive la familia: la mujer pide que detengan la camioneta y señala la figura. Se pregunta si esa figura es quien ella piensa. Y dice en voz alta: ¿esa figura es Satanás?. Uno de los hombres que estaba con la familia le responde: es Lucifer, sí. Nos cuida todas las noches. Las mujeres saludan y se retiran del lugar sin decir una palabra, sólo una de ellas sonríe de forma incómoda.
En sucesivos días, las mujeres acuden una y otra vez al puente en donde se encuentra la ranchada, es decir, el grupo de personas. En una de las visitas, uno de los hombres que se encuentra en el lugar les cuenta sobre el incendio que habían sufrido hace unas semanas y en donde habían perdido las pocas pero valiosas pertenencias que tenían. Se sabe que, para muchos vecinos y vecinas de bien (así se denominan ellos a sí mismos), las personas en situación de calle tienen una categoría casi inferior a objetos y cada vez que pueden les prenden fuego sus pertenencias, incluso con las personas durmiendo en el lugar. Lamentablemente, ya hemos visto otras tristes experiencias en nuestro país donde personas que se encontraban durmiendo en la calle fueron quemadas con ácido o incluso prendidas fuego a lo bonzo resultando gravemente heridas. Sin ir más lejos, en marzo de este año, en Rosario, falleció un hombre de 45 años en un hospital luego de haber sido golpeado y prendido fuego vivo por otras personas.
En esta ranchada, según el relato de uno de los hombres, el fuego lo invadió todo, lo consumió todo deliciosamente pero dejó intacta la estatua de Lucifer, aunque es de madera y parece tallada a mano. La mujer que escucha el relato le dice algo así como “tiene sentido, él vive en el fuego, puede dominarlo, por qué se incendiaría”. El hombre dice que la estatua fue encontrada en la basura mientras se encontraban cartoneando y que decidieron quedársela.
La escultura es sumamente particular: claramente se buscó emular a Baphomet, una antigua figura mítica vinculada a los deseos carnales que atan al ser humano a una condición primitiva y terrenal. Es casi una representación exacta de la figura presente en el tarot de Rider Waite, en la carta número 15, El Diablo; en donde se ve un ser mitad hombre, mitad cabra haciendo un gesto con la mano que intenta burlarse de Jesús cuando realiza el gesto de la divinidad que lo identifica; y que tiene atados o sometidos a sus costados a dos seres humanos. Ese gesto de El Diablo no significa nada, es burla pura al hijo de Dios cuyo gesto busca simbolizar el equilibrio entre cielo y tierra; y la representación de la identidad divina y humana de Jesús.

Los hombres del puente donde habita esta extraña figura de madera han decidido adornarlo: le pusieron un collar, una copa y un sombrero negro que parece esconder sus cuernos. Una de las mujeres del grupo militante pidió ver la figura sin el sombrero, vio que la figura no tenía cuernos o mejor dicho, que parecían haber sido cortados en quién sabe qué aventura.
Otra de las mujeres del grupo que visitaba la ranchada pidió en contadas ocasiones una foto de este Baphomet de bajo presupuesto, pero por una razón u otra, nunca se lograba la bendita instantánea. Pero un día, dos de las chicas más jóvenes pidieron la tan ansiada foto y la consiguieron: es la que acompaña esta crónica, está temblorosa y torcida. Hay que saber entender que la figura y su presencia en el lugar causa gran inquietud y temor: ¿quién habrá encargado esa figura? ¿Con qué fines y en qué ocasiones se habrá utilizado? ¿Quién la habrá tirado a la basura y por qué?

En la Divina Comedia, el noveno círculo del infierno donde Lucifer habita es un espacio helado. No hay lenguas de fuego, no hay personas ardiendo en fuego insurrecto. Lucifer quiso creerse más que Dios y allí terminó en ese frío horroroso junto con los traidores, los grandes castigados que habitan en este círculo. Este es el círculo más profundo del infierno narrado en la obra de Dante, el peor de los lugares del infierno está reservado a quienes han traicionado a sus hermanos, a las buenas personas, a sus organizaciones y a su nación. Sin embargo, vale la aclaración: Baphomet (la figura mencionada más arriba) no es Lucifer; no es la misma figura, pero para la sabiduría popular, el Diablo es uno, es ese ser con cuernos, cuerpo extraño e intenciones perversas. Es aquel que da lugar a dichos como el diablo metió la cola o el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. A quién le importa a qué extraño mito originario responda si el Diablo es malísimo de todos modos. Por eso, para el hombre de la ranchada esa figura que tenían allí es Lucifer y con ese dicho basta para entender por qué el frío, por qué el fuego no lo destruyó y por qué parece estar metiendo la cola a cada momento en ese escenario desolador de miseria.
Ese frío del infierno, así como la nieve mortal del Eternauta que amenaza a nuestra nación como un enemigo externo de quien no se espera nada bueno, es la representación de la ausencia del Estado como un ente que cuida y acompaña como política pública a quienes más sufren el frío pero también el recorte y el ajuste de la motosierra en Argentina.
Hagamos una pausa para ordenar esta mezcolanza: a nuestra hermosa patria la gobierna un grupo de traidores perversos cipayos que bien deberían estar helándose el culo en el noveno círculo del infierno con Lucifer, Baphomet, y con Milei que habla del Estado como un pedófilo entrando a un jardín de infantes con los chicos encadenados y envaselinados, revelando así oscuras y asquerosas ideas. Sin embargo, el frío de este invierno y el del FMI afecta al pueblo en su conjunto, y sobre todo a aquellos que se encuentran en los márgenes de todo como la familia del puente sobre quien se cuenta en este artículo.

Pero si seguimos dialogando un poco más con el tarot es aquí donde podemos encontrar un punto de contacto entre la serie de El Eternauta y otra carta del Tarot, el Sol. La salida del sol es uno de los puntos de inflexión en la primera temporada de la serie, asoma la esperanza y la posibilidad de reconstruir lo perdido. La carta de El Sol también trae algo de ese simbolismo, es la posibilidad de un nuevo liderazgo, un nuevo camino iluminado por el cual transitar. Esta carta tiene como personaje central a un niño pequeño que monta un caballo blanco y el Sol brillando en el centro. Ese niño no tiene frío, es feliz, no es objeto de abusos de pedófilos, y tiene un Estado que lo cuida. El Sol es el Estado que lo protege.
La gran pregunta es: ¿Cómo hacemos para salir de la carta de El Diablo y llegar a la de El Sol? ¿Cómo salimos de la nieve mortífera cipaya y del frío terrorífico del puente para llegar al Nadie se salva solo en un tiempo donde toda acción colectiva es perseguida y mutilada?
Más temprano que tarde, el sol llegará para nuestro pueblo, y todo esto solo será un mal sueño muy oscuro y trágico; pero solo ocurrirá dejando de lado las mezquindades personalistas, los prejuicios absurdos y las miserias liberales que nos aquejan. El sol se abre camino junto al bienestar del pueblo que ya no quiere más adorar ídolos vacíos de madera que salieron de la basura; quiere comer todos los días, abrigarse bien y no morirse de frío en la calle. Que los traidores no nos sepulten en su infierno helado y que podamos ver y sentir el calor de lo colectivo como única salida.
Esta nota forma parte de la edición digital de revista hamartia Año 16 / Mayo 2025
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