NOVEDADES HISTÓRICAS VERSUS NOVEDADES DE LATA

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¿Peronismo neoliberal de “patio trasero” o peronismo anti-neoliberal con multipolaridad y BRICS?

Escribe: Diego Hurtado (*)

Publicada originalmente por Contraeditorial

¿Qué cosa es una novedad en el peronismo? ¿Cómo juzgar lo nuevo? ¿Cómo armonizarlo con el ethos de la unidad?

Por un lado, están los principios doctrinarios del peronismo. En su formulación abstracta, todos somos peronistas. Por otro lado, están las propuestas y las acciones para materializarlas en un contexto de neoliberalismo global agonizante, regresivo y violento, y su versión local lumpen-dependiente. Acá empiezan los problemas. ¿Se navega con la corriente o a contracorriente? Dicho fácil: ¿peronismo neoliberal de “patio trasero” o peronismo anti-neoliberal con multipolaridad y BRICS?

Las dos versiones ya no entran en la misma caja. Por eso, el peronismo necesita definir (explicitar) los rasgos del proyecto de país y el programa que lo viabilice. ¿Por qué? Porque la táctica de ser amplios y flexibles para ensanchar la base de acuerdos termina en cosas como el loteo del Estado y su paralización. O para un lado, o para el otro. Imposible los dos a la vez. Entonces, si hoy no hay proyecto ni programa, cuando discutimos demandas (y sentidos) de novedad y renovación, todo es posible, todo vale dos pesos, los criterios de debate pierden la brújula y nos extraviamos en la afasia política.

Y no hablamos solo de candidaturas presidenciales. Debajo de la mejor candidatura puede construirse algo que puede ir de bolsa de gatos a organización de cuadros militantes y pueblo trabajador. Con muchas opciones entre ambos extremos.

El peronismo necesita definir (explicitar) los rasgos del proyecto de país y el programa que lo viabilice. ¿Por qué? Porque la táctica de ser amplios y flexibles para ensanchar la base de acuerdos termina en cosas como el loteo del Estado y su paralización.

La falta de criterios compartidos para definir qué cosa es una novedad legítima es letal. Los vientos de la novedad sin proyecto traen “una nueva derecha” –popular y/o radical–, “un nuevo centrismo”, “la emergencia de un nuevo sujeto político”, “nuevas sensibilidades políticas”, “nuevas mediaciones de la conciencia y la subjetividad política”, “nuevas generaciones con otros problemas”, “nuevas y complejas formas de antagonismo” y, claro, el reclamo de una “nueva conducción”. México también es una novedad, parece, porque suple a China en la cadena de suministros de EEUU. Y ahí queda lugar, nos dicen, para meter la comunidad organizada. Pero, ¿el peronismo puede enchufar cualquier futuro a este presente?

Algunas de estas expectativas primaverales y multisémicas solo ponen un límite: Cristina y el kirchnerismo. En algunos casos, hasta Pichetto o Rodríguez Larreta se aceptan, pero Cristina y el kirchnerismo no. Así, todo puede ser novedad, menos la novedad que trajo la historia. Es decir, para hablar de novedad, primero hay que agarrar la pala y ponerse en la fila de los sepultureros del kirchnerismo. ¿Quién le puso ese precio a la novedad?

Vamos por pasos. La persecución, la proscripción y el atentado a Cristina tienen usinas de reproducción dentro del peronismo. Incluso, el acoso sin fin a Cristina se utiliza para justificar la demanda de novedad. Urge anunciar la caducidad del kirchnerismo y criticar su resistencia irritante a meterse de una vez en el ataúd. Hay que sacarse de encima ese lastre de la persecución para poder hablar de comunidad organizada con “los empresarios”.

Nadie lo explicita, simplemente es parte del sentido común. Ahí los tenés, diría Brandoni, a los peronistas anti-k –desde versiones neoliberales y/o albertistas hasta versiones costumbristas y/o fantasmáticas– poniéndose en la larga fila de sepultureros, detrás de la LLA, el PRO, la UCR, que desde hace años explican, pala en mano, por qué está muerto el kirchnerismo. Y desde la comunicación, las redes, la ficción, el Poder Judicial, la persecución política y la intervención sicaria se promueve, por las dudas, que hay que volver a matarlo. Eppur (il morto) si muove.  

El banquete de Satanás

¿De qué se habla cuando se habla de novedad, es decir, de lo nuevo en política?A pesar de lo trillada de la figura retórica que inventó Clinton, no podemos dejar de parafrasearla: “Es la historia, estúpido”.

Es la historia (con H) la que inventa, crea novedades, aunque en diferentes escalas y magnitudes. En un extremo, están las novedades tectónicas que resignifican su curso y, en el otro extremo, las novedades que son la espuma de la ola de la coyuntura. El 17 de octubre de 1945 y el ingreso de la clase trabajadora a la ciudadanía política, o el 24 de marzo de 1976 y la última dictadura cívico-militar genocida fueron novedades tectónicas. El creciente terrorismo financiero en democracia o el período 2003-2015, que supo revertirlo y avanzar en transformaciones a contracorriente de la herencia genocida, son novedades en pugna que actualizan, dentro del orden global neoliberal, el despliegue de aquellas novedades tectónicas. El ADN del peronismo de 1946-1955 reaparece en el kirchnerismo de 2003-2015, en las intervenciones de Cristina proscripta o en el bastión del kirchnerismo que es hoy la provincia de Buenos Aires. El ADN de Martínez de Hoz reaparece en el terrorismo tecnocrático de los ministros Cavallo, Dujovne, Caputo o Sturzenneger.

El 17 de octubre de 1945 y el ingreso de la clase trabajadora a la ciudadanía política, o el 24 de marzo de 1976 y la última dictadura cívico-militar genocida fueron novedades tectónicas.

Como contrapartida, el PRO o Milei –y su Guinness de pelotudeces– parecen novedades de escala corta, los eructos de Satanás, que se sienta a la mesa con el poder financiero, la Embajada y algunos lacayos argentos que sirven la carne de su pueblo y los recursos de su tierra para ver si se les permite sentarse a compartir el postre. Fascinados con el banquete, los hijos dilectos del período 2019-2023 ostentan su anti-kirchnerismo como credencial de buena conducta para que el periodismo de guerra no les arroje sus jaurías, ni la mafia judicial los emprocese y los proscriba, o algún loquito a sueldo les gatille en sus cabezas.

Pero cuando el humo de la batalla se disipa, solo quedan a la vista el poder financiero, el Departamento de Estado y el FMI, de un lado, y por el otro, las experiencias, los aprendizajes y los procesos de acumulación de 1946-1955, la resistencia de 1956-1973, los claroscuros de 1973-1975 y el inesperado (por lo menos para quien escribe) milagro de resurrección del período 2003-2015 y su política exterior de multipolaridad. ¿Hay algo más que no sea espuma en la ola de la coyuntura? Si le falta algo a nuestra lista, seguro que no pertenece al milenio en curso.

Entonces, otra vez: ¿cuáles son los instrumentos o recursos del peronismo para juzgar la novedad que necesita el campo nacional y popular para construir un devenir de dignidad, soberanía y justicia social?

Alfred Hitchcock y Leonardo Favio

Muchas decenas de largos anaqueles y miles de megabytes discuten el proceso de financiarización que se inicia en los años setenta, el desacople de la especulación financiera de la economía productiva. Una cara de la moneda es la desregulación y el tsunami de valor ficticio, el intercambio desigual y la transferencia de valor-trabajo, la apropiación de renta y la codicia ilimitada. La otra cara es el ataque a las organizaciones sindicales y la precarización del mundo del trabajo, el deterioro secular del salario y la deshumanización de las condiciones de vida de las mayorías.

Este enfrentamiento se expresa dentro de las economías nacionales, pero también en una “nueva” división internacional del trabajo. Acá aparece un parteaguas para el peronismo. En la primera opción se acepta el lugar asignado a la Argentina como territorio de provisión a la cadena de recursos naturales de EEUU y a sus aliados, y como economía abierta a la especulación financiera, modelo viable que deja a 25 millones de argentinos en el infierno.

Si esta opción fuera un concurso de cine, el director asignado por el proyecto de globalización a la Argentina y a la región sería Alfred Hitchcock. Y el guión de la película incluiría a Nixon y la demolición de Bretton Woods, Pinochet y Videla, Reagan y Thatcher, el FMI y la deuda, Sorrouille, De Larrosiere y Volcker, Cavallo y Camdessus, el CIADI y la OMC, Plan Brady y Consenso de Washington, el blindaje, el mega-canje y el corralito, Macri y Lagarde, Guzmán y Georgieva, Milei y Gopinath… El eterno retorno del Plan Austral, dice Alejandro Horowicz. Un tren fantasma de financierización, desindustrialización, concentración, privatización de bienes públicos, extranjerización, extractivismo, endeudamiento y fuga. Este sendero desemboca en el RIGI, que es consecuencia, no novedad.

En la segunda opción, se impulsa una Argentina industrial y, entonces, se confronta por la defensa de una política soberana. “Se confronta” quiere decir diplomacia, alianzas regionales, política exterior firme. Al respecto, puede verse el libro Una política exterior soberana (2019), de la misma autora que Sinceramente (2019). También es viable este sendero, pero además no deja afuera a nadie.  

Un tren fantasma de financierización, desindustrialización, concentración, privatización de bienes públicos, extranjerización, extractivismo, endeudamiento y fuga. Este sendero desemboca en el RIGI, que es consecuencia, no novedad.

En el concurso de cine, esta película la podría dirigir Leonardo Favio. Y debería incluir los episodios que en el período 2003-2015 dejaron el salario mínimo más alto de América Latina, una distribución entre trabajo y capital que alcanzó el “50 y 50”, un desempleo 6/7% y un descenso de 20% en el empleo no registrado (de cerca de un 50% a un 30%). Sería fantástica la escena donde el equipo de comunicación del macrismo elabora en 2016 el documento “Argentina: Land of Opportunities” para presentar en Davos, donde se explica que el país presentaba el mayor PBI per cápita y “el coeficiente Gini más bajo de la región” (pasó de 53,8 a 41,8 entre 2002 y 2015). El documento señalaba también la “baja relación deuda/PBI, del 13%”. En esta película podrían entrar también los datos presentados por la Fundación Norte y Sur de Orlando Ferreres (viceministro de Economía de Menem en 1989), que muestran que el mayor crecimiento anual acumulativo del PIB durante el período 1945-2023 ocurrió entre 2003-2015 (el menor fue durante el macrismo). Y un informe de CEPA (2022) que muestra que las 500 empresas más grandes tuvieron una rentabilidad 24% mayor entre 2011 y 2015 que entre 2016 y 2019. El público se sorprendería de comprobar que desde el retorno a la democracia, el período con más alto nivel de inversión extranjera directa fue durante el segundo gobierno de Cristina, bastante superior al de los cuatro años del macrismo de “la lluvia de inversiones”.

Si la película fuera a durar tres horas, se podría incluir también que los años con mayor equilibrio fiscal se ubican en este período;  que también se estatizó el sistema jubilatorio (las AFJP), consolidado con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad; se recuperaron Aerolíneas Argentinas y el paquete mayoritario de YPF; se concretó el matrimonio igualitario, el plan Progresar, el régimen para el personal de casas particulares, la Ley de Medios, para mencionar algunos logros de los más visibles. Que en ciencia y tecnología tuvo lugar la mayor evolución desde 1810. ¿De dónde se piensan que salió la capacidad de respuesta del sector de ciencia y tecnología a la pandemia?

Lo que muestran las “dos películas” es que las cuatro décadas de democracia aportan una sola novedad robusta: el kirchnerismo como la única fuerza política que definió con claridad y demostró la viabilidad de un proyecto de país consistente con los principios doctrinarios del peronismo.

Si sintetizamos en un cuadrito las tendencias que muestra la segunda película, casi que empezamos a tener un esbozo básico del proyecto que reclamamos al comienzo. Por lo menos, algo para recalibrar las brújulas:

De Doña Rosa de Neustadt a Cambridge Analytica

Las operaciones culturales del neoliberalismo lumpen que le toca padecer a América Latina, que se expresaron a través de think tanks, agencias de opinión y la Doña Rosa de Neustadt de fines de los años ochenta, evolucionan en oligopolio de medios, extractivismo de datos y Cambridge Analytica en la segunda década del nuevo milenio, como respuesta exacerbada al ciclo de gobiernos progresistas en la región. La respuesta hegemónica.

Sumemos a los actores de reparto como Stiuso o el juez Griesa y operaciones como “todos somos Nisman” o “la Morsa” y tal vez podamos explicar el 1,4% que decidió el ballotage a favor del macrismo. Es decir, frente a una encrucijada de bifurcación para el destino de nuestro país, no decidió la democracia. Es cierto que es un fenómeno global, pero la fragilidad institucional (inducida) en Argentina favorece los experimentos extremos.

En este punto suele llegar el bostezo. Es muy muy aburrido echarle toda la culpa a Clarín, siempre Clarín, Ok, pero dos peros: primero, no hablamos solo de Clarín, sino de algo que evoluciona a escala global; segundo, la falta de glamour y lo trillado de la cuestión no la cancela, ni evita que la concentración de medios, las redes privatizadas, la inteligencia artificial y las fake news estén demoliendo la esfera pública, erosionando los “espacios” para la construcción de certezas compartidas, vitales para la reproducción de la democracia. El lawfare es su corolario.

La respuesta hegemónica es deshistorizar, descontextualizar, despolitizar y confundir; producir entropía y generar desesperanza. En Argentina ocurre, como mínimo, desde septiembre de 1955. Aún hoy asombra revisar los recursos usados para “desperonizar” la memoria y el imaginario argentino, proceso que termina desembocando en un genocidio.

Hoy el capitalismo de algoritmos perfecciona al infinito esos “aprendizajes”, que impactan, incluso, en segmentos de lo mejor de las ciencias sociales. Para decirlo de forma simplificada, los algoritmos intervienen en el nivel de las demandas insatisfechas (el dato, la información), las caotizan y clausuran el proceso de su articulación, que es el trabajo de la militancia y que es constitutivo de lo que Laclau llama “pueblo”.

Las redes trabajan así en la sustitución de los espacios donde ocurre la acumulación política en democracia. Lo que queda es el poder crudo, sin política, que es poder económico, hoy financiero. La exacerbación del narcisismo de referentes del peronismo de redes es un ejemplo del daño: “Hacemos lo mismo que hace la derecha”. ¿Las redes pueden ser un instrumento complementario de la militancia? Claro, sería absurdo rechazarlas. Pero se deben tener claro que se trata siempre de usarlas a contramano de sus rasgos estructurales, con un sentido de resignificación. En este laberinto todo está por hacerse.

“No es ni renunciamiento ni autoexclusión, es proscripción

Es por este camino que llegamos a las brújulas enloquecidas y al estatus de novedad política de un violento de probeta,[1] mientras Caputo, Sturzenneger, los grupos económicos telúricos, Black Rock, Vanguard, el FMI y la AmCham, con la genuflexión de la oposición que se opone a oponerse, transan el RIGI.

En paralelo, la farsa infame del fiscal Luciani y el juez Giménez Uriburu, que juegan al futbol en la quinta de Macri, mientras Sabag Montiel relata por qué él quiere matar a Cristina y la jueza Capuchetti, con un balde en la cabeza, no puede ver las evidencias que complican al diputado Milman y al puntero de Bullrich que borró los celulares del sospechoso y de sus secretarias.

El peronismo anti-k y sus versiones matizadas simulan que esta ciénaga no los interpela. Su táctica es desacoplar “la política” y el futuro del peronismo de la persecución, la proscripción y el atentado a Cristina. ¿Es posible desentenderse de esto? Es como pensar que era posible desentenderse de la proscripción de Perón en los años sesenta. Una falsa bifurcación del sendero de las novedades históricas.

El peronismo anti-k y sus versiones matizadas simulan que esta ciénaga no los interpela. Su táctica es desacoplar “la política” y el futuro del peronismo de la persecución, la proscripción y el atentado a Cristina.

Mientras Cristina y el kirchnerismo son el blanco del terrorismo financiero, los anti-k juegan al despegue. El resultado son las novedades de diseño, a contra natura, que proponen falsos senderos que llevan directo a versiones maquilladas de mayor financiarización, desindustrialización, concentración, privatización de bienes públicos, extranjerización, extractivismo, endeudamiento y fuga. Es decir, a versiones de la Ley de Bases y del RIGI, que es un estadio terminal.

Y, entonces, ocurre lo que ocurría con Perón, el efecto demoledor que produce la palabra de Cristina, capaz de perforar tanto ruido y tanta furia del caleidoscopio de la coyuntura para mostrar cuál puede ser el sendero compatible con la dignidad de las mayorías. Esta es la novedad y habría que comenzar a llamarla cristinismo.

(*) El autor es profesor en la UNSAM e investigador principal del CONICET; fue presidente de la Autoridad Regulatoria Nuclear (2015).

(1) “Candidato de diseño del capitalismo de plataformas”, sostiene el documento Patria Sí. Aportes para el debate del campo popular ante el gobierno de Milei, presentado en el Tercer Plenario del Pensamiento Nacional y Popular.


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