La libertad retrocede. Escuchamos y leemos panegíricos sobre la libertad en los últimos tiempos en la Argentina. Hay quienes descalifican a los que nos oponemos “a los (supuestos) principios de la libertad”, utilizando el argumento que tenemos “miedo a la libertad” en un guiño tramposo al título de un clásico libro.

Escribe: Alejandro Vainer

Publicada originalmente por Topia

El significado de la libertad tan sólo puede ser entendido
plenamente en base a un análisis de toda
la estructura del carácter del hombre moderno

Erich Fromm, El miedo a la libertad

La libertad retrocede. Escuchamos y leemos panegíricos sobre la libertad en los últimos tiempos en la Argentina. Hay quienes descalifican a los que nos oponemos “a los (supuestos) principios de la libertad”, utilizando el argumento que tenemos “miedo a la libertad” en un guiño tramposo al título de un clásico libro.

La libertad quedó reducida a los mercados. Con la ilusión de una autorregulación divina, que jamás existió en la tierra, donde sobrevivirán solamente los más fuertes. Los grandes capitales que decidan jugar en todos los territorios donde puedan hacer negocios

Erich Fromm publica en 1940 El miedo a la libertad. El avance de los fascismos en el mundo lo decide a publicar anticipadamente parte de sus investigaciones sobre el carácter del “hombre moderno”. Aborda una temática específica: la libertad. Su clásico estudio avanza en entender cómo el miedo a la libertad promueve el sometimiento que llevó al triunfo de los fascismos en dicho mundo. No estaba decidido el resultado de la Segunda Guerra Mundial. Y había muchas posibilidades de que el fascismo triunfe.

La tesis de Fromm es poder encontrar cuáles son los fundamentos de la tentación fascista. Si bien reconoce cómo el capitalismo había sido un avance de la libertad, también había promovido el aislamiento subjetivo. A partir de ello, formula los mecanismos de evasión frente a dicho aislamiento, lo que hoy podemos llamar desvalimiento subjetivo, y que forman la base del fascismo para Fromm: el autoritarismo, la compulsión destructiva y la “conformidad automática” a la autoridad. En todos los casos son soluciones fallidas ante el aislamiento que promovía el capitalismo de entonces. Fromm hablaba del capitalismo de los inicios del siglo XX. En la actualidad, el desvalimiento no hizo más que avanzar, debido a estar sumergidos en una placenta mediática que conquistó todos los rincones de nuestra vida.

En estos tiempos, con nuevas derechas, se ha producido el ascenso de variadas formas de liderazgos que tienen similitudes y diferencias con los clásicos fascismos. En la Argentina, la figura de Javier Milei tiene algunas particularidades. La repetición de la palabra libertad hasta el hartazgo… Y finaliza sus discursos con la frase “Viva la libertad, carajo”. Freud nos sugiere: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Efectivamente en su mantra supuestamente libertario reduce la libertad solamente a una libertad de mercado, que poco tiene que ver con la libertad de la que han conceptualizado desde Erich Fromm a Jean-Paul Sartre en el siglo pasado. En nombre de dicha libertad (de mercado), expone formas y agendas autoritarias. No le hace falta incendiar el Reichstag como lo hizo Hitler para luego imponer sus reformas. Los que nos oponemos, no somos “gente de bien”, porque, tal como Hitler, supone que todos los que no pensamos como él hemos retrasado a la Argentina.

La libertad quedó reducida a los mercados. Con la ilusión de una autorregulación divina, que jamás existió en la tierra, donde sobrevivirán solamente los más fuertes. Los grandes capitales que decidan jugar en todos los territorios donde puedan hacer negocios: y alguien que en nombre de la libertad asfalta las autopistas para extraer ganancias. Una “libre” circulación de las mercancías neofascista. La única libertad que se proclama. Muy lejos de los planteos humanistas de Fromm, quien postulaba la libertad como la realización de nuestro ser individual y la expresión de nuestra potencialidad intelectual, emocional y sensitiva.

Son tiempos difíciles. Tenemos los capitales de los vastos territorios de pensamiento crítico que nos han legado. Y como escribía Fromm hace 80 años: Si queremos combatir el fascismo debemos entenderlo. El pensamiento que se deje engañar a sí mismo, guiándose por el deseo, no nos ayudará. Y el reclamar fórmulas optimistas resultará anticuado e inútil como lo es una danza india para provocar la lluvia.

Las nuevas formas de fascismos están disfrazadas con ropajes de falsas libertades, que proponen nuevas formas de sometimiento.

Alejandro Vainer es psicoanalista


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