CÓNCLAVE CARMESÍ: SECRETOS, SANGRE Y TRAICIONES

La novela de Hernán F. Montenegro propone una mirada sobria y cuidada sobre el mito vampírico, ambientada en una ciudad latinoamericana atravesada por el poder, la violencia y los vínculos de lealtad.
Escribe: Juan Pablo Godoy Jimenez
En Cónclave Carmesí, Hernán F. Montenegro construye una novela de fantasía urbana que se suma con solidez al panorama actual de la literatura fantástica argentina. A través de la historia de Robert Vorgrimler —un joven convertido en vampiro fuera del protocolo establecido por la jerarquía sobrenatural— el autor presenta una narración centrada en el crecimiento personal, las tensiones del poder y la fragilidad de las lealtades dentro de un mundo oculto, regido por reglas estrictas y alianzas inestables.
Lejos de los clichés más comunes del género, Montenegro opta por un enfoque contenido y meticuloso, donde el foco no está puesto tanto en la acción desmedida o el despliegue de criaturas fantásticas, sino en el proceso de adaptación de su protagonista a una realidad completamente nueva. Vorgrimler no es un héroe convencional: es un personaje que duda, que comete errores y que se enfrenta a la estructura de una sociedad vampírica que apenas comprende. Ese recorrido —desde el desconcierto inicial hasta el inicio de una maduración forzada por las circunstancias— es uno de los principales logros de la novela.
La historia se desarrolla en una “Ciudad Capital” que, aunque ficticia, remite con claridad a una gran ciudad latinoamericana. Esa decisión le aporta al relato una cercanía interesante, anclada en paisajes y dinámicas sociales reconocibles. Ahí, en el margen de lo cotidiano, se despliega el mundo de La Corte, El Concilio, El Bestiario y otras facciones que componen una intrincada red de poder entre vampiros. En ese contexto, Robert debe aprender no solo a sobrevivir, sino a entender qué lugar puede o quiere ocupar dentro de ese tablero político.
Uno de los aspectos más destacables de la novela es su narrativa. Escrita en primera persona, con una voz clara y un ritmo sostenido, Cónclave Carmesí evita caer en grandilocuencias. Los diálogos fluyen con naturalidad y el tono elegido equilibra bien la introspección con los momentos de tensión o combate. Las escenas de acción están bien logradas, sin excederse en tecnicismos, y los pasajes más reflexivos permiten entender el mundo interior del personaje sin volverse repetitivos.
El sistema mágico y social que rige a los vampiros —con sus jerarquías, rituales, linajes y sanciones— está delineado con coherencia. No se trata de un universo especialmente original, pero sí está bien construido y resulta verosímil dentro de sus propias reglas. A eso se suma un puñado de personajes secundarios que enriquecen el relato: el maestro Magnus Voisin, Hardy, el vampiro Cuageider y la amenaza latente de los Obscuros, entre otros.
También es interesante el tratamiento del tema del poder. A medida que avanza la historia, Cónclave Carmesí va dejando entrever una crítica a los sistemas cerrados, a las estructuras que se sostienen más por tradición que por legitimidad. El protagonista se ve inmerso en un mundo donde obedecer sin preguntar es lo esperable, pero él —formado en condiciones atípicas— empieza a cuestionar ese orden, incluso si eso significa poner en riesgo su propia posición.
En definitiva, Cónclave Carmesí es una buena novela. No busca reinventar el mito vampírico, pero lo aborda con seriedad, conocimiento del género y una voz propia. Se nota el trabajo detrás de cada escena, y la historia logra sostener el interés a lo largo de sus más de 300 páginas. En un escenario literario donde muchas veces se subestima al fantástico como “literatura menor”, este libro demuestra que hay autores argentinos que pueden explorar estos territorios con inteligencia, sensibilidad y compromiso.
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