ROBERTO “TITO” COSSA: EL VIEJO DRAMATURGO

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Entrevista al dramaturgo nacional Roberto “Tito” Cossa, que acaba de estrenar junto a su hijo la obra de teatro «Solo Queda Rezar». Experiencias, trayectoria, y el teatro por venir.

Escribe: Carlos Caramello

Fotos: Pedro Ignacio Guridi

Es, probablemente, uno de los autores teatrales más prolífico y exitoso a lo largo de una carrera que comenzó sobre las tablas cuando tenía 17 años y sigue hoy, a los 85, abajo del escenario. Cree que “todo teatro es político”. Se arrepiente (poco) de haberse peleado tanto con el peronismo. Confía en el vigor del Teatro independiente y, aunque dice que “está retirado”, no se entrega.

Con ustedes: Tito Cossa

El dramaturgo Tito Cossa junto a Carlos Caramello, siendo entrevistado para revista Hamartia.

El hombre está allí. Entre la pipa y la luz del sol pesado de mediodía que rompe los ventanales del verano porteño. Es el viejo maestro. El hacedor. El dramaturgo. El guionista. El periodista. El poeta. El luchador del teatro. El prolífico. El incansable.

El hombre está allí. Pegado al escenario siempre. Abajo. Porque cuenta que eligió escribir por “miedo escénico”; que le hubiera gustado ser actor pero nunca se animó.

El hombre está allí. En esa especie de cuna del teatro independiente que es el Teatro del Pueblo. Sosteniendo (aunque ya las tabas no le den como antes), una manera, una idea, una elección de ser de la dramaturgia nacional.

El hombre, a los 85 años, acaba de estrenar su última obra, Solo Queda Rezar, esta vez escrita mano a mano con su hijo Mariano. No quiere pensar demasiado en el futuro pero sigue produciendo.

El hombre es Roberto “Tito” Cossa. Y no es puro teatro.

Hamartia: Una obra un poco más peronista, ¿puede ser?

Tito Cossa: Socialista… (se ataja porque me ve venir y todavía no quiere dar el brazo a torcer) Pero, ahora, viste… todo se parece… estamos tan cerca. Me lo dijo una compañera de la fundación: “escribiste una obra peronista”. Mi visión del mundo fue siempre socialista. Mi viejo y unos tíos que influyeron mucho, eran socialistas de Alfredo Palacios. En realidad eran social demócratas, pero, bueno, en esa época… Después yo me acerqué al Partido Comunista, sin afiliarme. Cerca de gente del PC. Creí en la Unión Soviética, me entusiasmé con Cuba y bueno, eso ya todo se vino abajo. Fui gorila. Tenía 10 años cuando subió Perón y 20 cuando lo derrocaron. Después abandoné ese gorilismo adolescente y diría que me volví “Evitista”. Norberto Galasso dice “evitismo: etapa superior del peronismo”. Porque somos “evitistas para no ser peronista. Pero, la verdad, Perón tenía algunas cosas que son terribles… su tercera presidencia -está bien que estaba viejo- pero fue terrible. Y su primera presidencia, bueno, uno no advertía todas las cosas… Yo no era un obrero, mis viejos no eran obreros. Ahora, viéndolo en perspectiva, entiendo algunas cosas… Pero le digo que no me molestaría que digan que es una obra peronista.

Abandoné ese gorilismo adolescente y diría que me volví “Evitista”. Norberto Galasso dice “evitismo: etapa superior del peronismo”.

H: La vi en esa clave. He visto sus obras más importantes y ha sido muy crítico con el peronismo.

C: Sí, sí, yo me he burlado mucho del peronismo (se ríe como un chico que ha hecho una travesura divertida)

H: El Viejo Criado es una pieza tremenda con el peronismo.

C: Con los mitos. El peronismo es un gran mito.

H: Así como en esta última, Sólo Queda Rezar, el personaje del historietista, magistralmente interpretado por Luis Longhi, es o al menos parece, más peronista.

C: En realidad es una gran critica al macrismo. Yo he sido bastante kirchnerista y ahora estoy con Alberto a muerte, a ver si salimos de esta locura que todavía tiene mucha gente… Mucha gente ignorante. A mi me tiene muy preocupado esta minoría que no es tan minoría y que te define una elección. Este 40% que ha votado a Macri, que ni Macri puede creer que sea un voto para él, es un voto por la seguridad. Es un sector que sólo piensa en su seguridad. Y el peronismo es quilombero. En cambio, pese a todo lo malo que han hecho, cuando gobiernan los patrones parece que todo estuviera más calmado. Que no es cierto. No pasó a mayores porque los sectores sociales y algunos intendentes lo pararon. Si esto seguía, hubiésemos estado como en Chile. Peor, por ahí.

H: Si. Con más violencia.

C: Me preocupa eso: el Poder sin control. Siempre me viene a la cabeza la frase de Cristina cuando le preguntaron qué proporción de poder tenía y ella dijo “el 25%”.

H: Y aclaró que eso era en su “mejor momento”

C: Es un poder mundial. Hay un retroceso desde la caída de la Unión Soviética… No porque la URSS haya hecho un socialismo como uno lo soñó pero era una especie de valla al capitalismo con su temor de que viniera el Comunismo. Y eso mejoraba la vida, la democracia. Ahora ya no hay ese temor y estamos en un mundo horroroso. Liderado por los banqueros, por los empresarios, por los grandes capitales financieros. Ya no hay países: las que mandan son las grandes corporaciones y eso a mí me preocupa. Por eso estoy muy contento con el triunfo de Alberto. Yo viví muy mal en el macrismo. Lo viví como una pesadilla…  Esa cosa individualista, la meritocracia, el Estado que no importa, gente que estaba muy mal, y lo más terrible: el hambre. Pero ahora estoy esperanzado.

Jaime Kogan, un gran director, decía “vos sos el autor de la obra pero yo soy el autor del espectáculo”. Eso llegó. Hoy, el autor, está casi al nivel del escenógrafo.

H: Hablemos de teatro. Del Teatro del Pueblo, más precisamente, que parecería haber encontrado su lugar definitivo.

C: No digamos definitivo. Pero si por muchos años, por lo menos por 50 años. Porque las donaciones y los subsidios obligan a que así sea. La idea, entonces, fue recuperar ese teatro que fue el primer teatro independiente.

H: Sobre todo en una ciudad en donde el teatro independiente ha crecido de manera exponencial en los últimos años…

C: Aparte de la cantidad, sobre todo en calidad.

H: Más en los actores y las puestas que en los autores. Le pregunto porque esa es mi opinión. No se qué piensa usted.

C: Es que la dramaturgia ya es otra cosa. Ya no hay más Brecht, Sartre, Tennessee Williams… No existen más. No tienen protagonismo. El autor que era un verdadero escritor ya no está más. Como decía ese gran director que fue Jaime Kogan: “vos sos el autor de la obra pero yo soy el autor del espectáculo”. Eso llegó. Hoy, el autor, está casi al nivel del escenógrafo. Si no es un autor conocido, ni se lo cita ni se lo nombra. Yo, por Argentores, lo sigo mucho: de pronto Festival Tal, Obra Tal, Con Tales actores… y al autor ni se lo nombra. Otro fenómeno, que es nuevo también, es que los autores dirijan sus obras.

Con Teatro Abierto provocamos un hecho que no estaba pensado de esa manera. Nadie dijo: vamos a desafiar… ellos lo tomaron así.

H: Es verdad. Kartun, por ejemplo: sólo él dirige sus obras.

C: El que hacía eso en la década de los ´60/70 era Carlos Gorostiza. Y era muy criticado por las puestas. Y la verdad es que eran bárbaras. Incluso puso La Nona, con Ulises Dumont y fue estupendo. Para mi, esa puesta, siempre va a ser la mejor más allá de los valores innegables de Pepe Soriano. Pero hoy está todo bastante distorsionado. Por ejemplo, a mi me pidieron La Nona del teatro nacional de Escocia. Les dije que sí, encantado. Me mandaron una copia de la versión. A la cuarta o quinta página ingresaba el personaje de Margaret Thatcher a escena… Dije Noooo! Están locos. No se si es mi obra o qué.

H: Ya que apareció La Nona, vamos un poco para atrás. Nuestro Fin de Semana, su primera pieza teatral era casi una obligación para los estudiantes de teatro. No se pasaba por el Conservatorio o cualquier otra escuela sin hacer una escena de esa obra. Usted sintió alguna vez que su teatro era pedagógico.

C: No. Con esa pieza me pasó que una cosa rara. Fue un éxito. Lo que pasa es que, con esa obra me dijeron que era Gardel y cuando estrené la segunda, no era ni el último guitarrista, hablo de Los Días de Julian Bisbal.

H: Pero luego vino un éxito importante. Un espectáculo muy bueno: El Avión Negro…

C: Noooooo. (Se espanta, niega con la cabeza) Fue un fracaso. Después del estreno fuimos a cenar con los otros autores (Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik) y estábamos muy preocupados, sobre todo Talesnik. Claro, les pegábamos a todos: al peronismo, al radicalismo, al comunismo… Me acuerdo de esa noche, salía Mercedes Sosa de la sala y me miró y me dijo: “No tenían derecho”, por el sketch de los comunistas… Duró poco en cartel. Pero a mi me sirvió para aflojarme y aceptar el humor. Eso me hizo bien y después vino La Nona.

Tito Cossa.

H: Usted, con Gris de Ausencia, fue un participante activo de un hecho trascendental de la cultura en tiempos de la dictadura… Teatro Abierto.

C: Provocamos un hecho que no estaba pensado de esa manera. Nadie dijo: vamos a desafiar… ellos lo tomaron así.

H: El teatro jugó, por entonces, a favor de los derechos humanos…

C: Entonces y siempre. Por lo grupal. Por lo colectivo. Un novelista está solo en su casa con sus fantasmas. En Teatro Abierto éramos más de cien personas. Y era un grupo absolutamente solidario. Nadie cobró nada. Y viste que se le hacen constantemente homenajes a Teatro Abierto, como hecho artístico y como resistencia política. Ahí hubo algo que es constitutivo de la defensa de los derechos humanos que es el compañerismo. La declaración misma de Carlos Somigliana, que termina diciendo “porque nos sentimos muy felices de estar juntos”…

H: Vi todo Teatro Abierto. Tengo muy presentes su pieza Gris de Ausencia, también un palo para el peronismo, y El Acompañamiento, de Gorostiza, con Carlos Carella y Ulises Dumónt.

C: Qué lindo que era eso (los ojos se le entrecierran como si buscara las imágenes en la memoria). Qué lindo el “Negro” Carella. Qué lindo… Escuché, en radio, que Luis Brandoni quiere reponer esa pieza… hecha por él.

H: Y bueno, qué va a hacer, cosas que pasan en el teatro, así como en la vida.

C: Qué cosa… ¿no? Qué cosa. Un alfonsinista convencido. Estuvo secuestrado. Yo me acuerdo mucho porque he pasado tantas horas con él. Fue asesor de Alfonsín. En esa época, yo, desde la zurda, cuestionaba cosas del gobierno y él se ponía furioso. Pero ya tenía esas cosas Beto: como asesor del presidente, lo primero que hizo fue llevar El Viejo Criado a España. Esas cosas no corresponden. Pero, bueno, eso no es tan grave como lo de ahora. Está hecho un reaccionario…

Brandoni ya tenía esas cosas: como asesor de Alfonsín, lo primero que hizo fue llevar El Viejo Criado a España. Esas cosas no corresponden.

Se suma a la charla Jorge Graciosi: actor, director, hombre integral de teatro, que es presentado por Cossa como “mi director de cabecera”. Jorge es una verdadera enciclopedia abierta sobre el teatro de Tito, una suerte de línea de tiempo sobre los hitos de su producción. Nuestro Fin de Semana, la primera pieza; La Nona, acaso su gran éxito; El Viejo Criado, un clásico de nuestra dramaturgia; Yepeto, con dos puestas formidables, la primera con Darío Grandinetti y Ulises Dumónt y la segunda, que dirigió el propio Graciossi, con Manuel Callao (una obra muy controvertida en su época por el desnudo del protagonista masculino); Gris de Ausencia, escrita para Teatro Abierto; Ya Nadie Recuerda a Frederic Chopin, Tute Cabrero, que antes de ser texto teatral fue el guion de una película… Aparecen tantas cosas en esa charla, tantos recuerdos, tantos datos, tanta anécdota, que hubiese ameritado otra nota. Pero ahí esta el hombre con su pipa. El reportaje es él.

H: Bueno… volvamos a la idea de que su teatro era bastante antiperonista.

C: Mi teatro… bueno, sí, sí… es posible, si (acepta con cierta picardía, como si un poco se burlara del comentario). Pero yo, en realidad, me he divertido con todos. Con el PC también: El Angelito, un cabaret socialista es una muestra de eso.

H: Tito cómo está ahora, usted, con el teatro. Con los nuevos dramaturgos, con los actores y directores…

C: Yo estoy en retirada… Bueno, acabo de estrenar Sólo Queda Rezar

H: Me encantaría retirarme haciendo una pieza como esa…

C: Y si… Pero, sabés que voy muy poco al teatro. Me cuesta mucho salir de noche… Pero escucho muchos elogios al teatro que se está viendo. Y cuando voy a alguno, siempre me sorprendo para bien. Por ejemplo la chica que hace el monólogo de Encarnación Ezcurra, Lorena Vega, es realmente excelente. Además hoy cantan, bailan, la formación es estupenda. Las luces… hay un gran avance. Las proyecciones… Es un teatro de este tiempo.

Tito Cossa y Carlos Caramello.

H: Las proyecciones, como escenografía de Solo Queda Rezar, son una muestra de eso…

C: Si. Era imprescindible. Lo dijimos con mi hijo, Martín, mientras escribíamos. Esta obra son tres patas: el texto, los actores y las proyecciones. Sin proyección no existe. Primera vez que me pasa. Lo mío eran los livings. O los boliches… De ahí a irme a la estratósfera, es un largo camino.

H: ¿Cómo fue escribir con su hijo?

C: Muy bueno. Porque él tiene mucho oficio. Muy buen autor. Escribe cosas que no tienen nada que ver conmigo. Se inspira mucho en la historia. Todas sus obras refieren a un hecho histórico, Spaghetti sobre los últimos años de Leonardo da Vinci, Coronado de Gloria, que es la historia de nuestro himno, Una Nueva Era, sobre Cristóbal Colón. Y, aparte, es un muchacho muy aficionado a la ciencia. Tanto que el otro día contaba en una entrevista que le hacían por radio que él, de chico, quería ser físico. Además, yo, cuando empecé con la obra dije: ¿Y esto, cómo lo hago? Porque no se puede chantear sobre el Big Bang… Porque todo lo que se dice en la obra tiene bases científicas, así que, trabajar con Mariano fue muy bueno. Además solidificó una relación padre-hijo que ya era buena. Y estamos muy contentos. La obra anda bien. El teatro está bien (habla de la nueva casa del Teatro del Pueblo)… Estamos bien.

Lo mío eran los livings. O los boliches… De ahí a irme a la estratósfera, es un largo camino

H: Usted ha escrito muchísimo teatro, debe ser de los autores argentinos más prolíficos. ¿Tiene una disciplina de escritura o escribe cuando llaman las musas?

C: Yo soy espasmódico. Nunca hice la de García Márquez que es ponerse el overol. Es que, escribir teatro… no sé, el teatro es la mezcla con el escenario… Aunque a veces, después, la obra se conoce más por los libros que por las puestas… Pero uno no piensa en el libro, piensa en el escenario. Arthur Miller decía: “Los autores somos actores tímidos”. Mi caso es exacto exacto. Yo debí ser actor, no sé si bueno, pero actor… tenía condiciones, te cuento… Pero no se, pánico escénico, no se, y me puse a escribir. Y lo siento eso… Yo como en la cocina, no hay caso: el teatro es la ceremonia. Es ese tipo, sobre el escenario, inventado todo… Porque es fantástico lo de los actores y las actrices. El autor tiene otras satisfacciones: que la obra queda, te la repiten… no tengo que ir al teatro (y vuelve a reírse como un chico).

H: ¿El Teatro es solidario, Tito, o es una hoguera de vanidades?

C: Tiene que ser solidario. En inevitable. Porque no hay un dinero… A veces, cada tanto, un autor saca un sueldito. O un sueldo, también. Pero, en general, una sala de 100 localidades, que tenés que repartir entre los actores, el director, la cooperativa, el 10% el autor… ehhhh. Y no siempre las entradas son todas pagas. Nosotros, por ejemplo, tuvimos lleno el sábado: 87 pagas. A 400 pesos. Cuando dividís, inevitablemente tenés que ser solidario. Y a su vez, aunque te lleves como la mierda con el actor o la actriz que compartís la obra, eso no sube al escenario.

Arthur Miller decía: “Los autores somos actores tímidos”. Mi caso es exacto exacto. Yo debí ser actor

H: A veces. Hay algunas historias de actores y actrices que, en escena, no te miran a los ojos para no pasarte ningún sentimiento.

C: Si, a veces pasa. Pero en general no. Por lo menos en el teatro independiente. En el profesional se cuentan cada historia… Lola Membrives te ponía siempre de espaldas al público. Se iba acomodando de tal manera que te obligaba a hablar de espaldas. A un tío mío, Vicente Forastieri, famoso por su composición de los personajes de turco, un capocómico que no me acuerdo quién era, en una escena de un sainete en la que mi tío tomaba una pastilla, le tenía que preguntar qué estaba festejando y él decía “La Toma de la Bastilla”, bueno, en la función del 14 de julio en la que se conmemoraba la revolución francesa, no le dio el pie, no le permitió decir su línea… y era un capocómico.

(Interviene Jorge Graciosi para contar una anécdota personal).

JG: Cuando yo tenía 20 años hacía una obra con José María Gutiérrez, un gran actor, y el tipo un día me agarró y me dijo: “Pibe, fíjate que la vieja se te va al fondo y te deja de espaldas… seguila, avivate, ándate al fondo vos también porque si te quedás adelante te obliga a hablar de espaldas”.

H: ¿A quien se refería?

JG: María Luisa Robledo.

C: Ahhhhhhhhhh… otra que… (la cara del Cossa no tiene desperdicios). Esas cosas que tiene el teatro comercial.

El teatro no muere. Por mucho que avance la ciencia o la técnica, no hay manera de suplantar al actor vivo delante del espectador.

H: Usted ha sido bastante refractario a ese teatro comercial. A la Calle Corrientes, digo.

C: No, no. Yo vengo de una familia de la farándula. De adolescente si. Yo pude haber ido a ver la pieza “Cuando los Duendes Cazan Perdices”, con Luis Sandrini, que estuvo 5 años en cartel llenando la sala… Incluso podría haberle pedido a un tío mío que trabajaba en esa obra que me lo presentara a Sandrini. Y no lo hice porque era “comercial”. Pero eso fue de adolescente.

H: Hay gente en el circuito comercial que ama al teatro. Como por ejemplo Carlos Rottemberg.

C: Carlitos es un fuera de serie. A nosotros nos hizo “La Noche del Teatro del Pueblo”. Aparte, cada vez que produjo algo mío, le fue mal… bah, con La Nona no tanto… Es que esa obra es un cheque en blanco.

H: Roberto ¿qué espera del teatro que viene?

C: Es inevitable: el teatro no muere. Por mucho que avance la ciencia o la técnica, no hay manera de suplantar al actor vivo delante del espectador. Superó al cine. Superó a la televisión. Siempre fue minoritario, incluso por los precios de las entradas, por su característica centro-burgués. Pero,  espero que siga. Y que este gobierno, cuando pueda, le de más apoyo al teatro independiente porque, como decía Arthur Miller, es “un testigo de su tiempo”.

Vuelve a cargar su pipa. Pasa a los temas de interés: hablamos de ginebras, de whisky, de la coyuntura política. “La commedia è finita”. De pié, señoras y señores: Roberto “Tito” Cossa. Aplausos. Amén.

Telón…


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