En términos de estos tiempos, la Revolución del 7 de Noviembre de 1917 significó una profunda “grieta” entre dos posturas claves dirimidas en el seno del movimiento obrero de carácter socialista.

Escribe: Osvaldo Vergara Bertiche

Ilustra: Maite Larumbe

Publicada originalmente el 8 de noviembre del 2017

La Revolución “se debió a la acción desarrollada por millones

de predicadores que durante diez años actuaron

en la preparación del estado

insurreccional de la Rusia Zarista.

Nosotros debemos seguir esa misma técnica”.

Juan Domingo Perón

(Carta a John William Cooke, Caracas, Venezuela, 01/09/1957)

En términos de estos tiempos, la Revolución del 7 de Noviembre de 1917 (Octubre según el calendario juliano), significó una profunda “grieta” entre dos posturas claves dirimidas en el seno del movimiento obrero de carácter socialista.

¿Qué tipo de revolución era posible en el país de los Zares? La respuesta dividía aguas.

Por un lado, quienes sostenían la necesidad de una “etapa” revolucionaria burguesa, y a partir de allí iniciar un camino al socialismo (los denominados mencheviques) y por otro, Lenin y Trostki, (bolcheviques) sostenían que la revolución era posible a pesar que, desde un punto de vista económico, social y político, no se correspondía (Rusia) con los postulados de Carlos Marx, que en lo fundamental sostenía que las contradicciones del capitalismo, en los países centrales e industrializados, con “orden” burgués, (Inglaterra, Francia, Alemania), los llevaría necesariamente a crisis económicas y situaciones revolucionarias. Así, del “capitalismo” al “socialismo” para más tarde, mediante una nueva forma de producción, llegar al “comunismo”.

El atraso en la Rusia Zarista era manifiesto. A principios del Siglo XX, el desarrollo de la industria rusa era incipiente, favoreciendo el crecimiento de las ciudades y la conciencia revolucionaria; el antiguo orden social tambaleaba, ya que la economía, en conjunto, era notoriamente primitiva.

La producción industrial, en 1913, era 2,5 menor que la de Francia, 6 que la de Alemania y 14 que la de Estados Unidos. La producción agrícola era deficiente, y el PIB per cápita era inferior al de Hungría o España y un 25% del de Estados Unidos.

El 85 % de la población vivía en zonas rurales y si, una parte de los campesinos, los kuláks, se habían enriquecido, el número de los sin tierra aumentaba, (auténtico proletariado rural proclive a ideas revolucionarias). El analfabetismo era cercano al 90 % de la población.

Los bolcheviques concluyeron en que las masas oprimidas, explotadas, eran el “sujeto esencial” para el triunfo revolucionario.

La historia les dio la razón a los bolcheviques; su lectura de la realidad, le permite señalar a José Carlos Mariátegui (fundador del PC Peruano) que consistió en una “creación heroica y no copia”. Así Rusia rompe con el régimen autocrático y con el sistema capitalista de producción, durante 70 años, y se convierte en “nave insignia” de los “revolucionarios”, bajo la consigna “Proletarios del Mundo… Uníos”. Más allá que a partir de la muerte de Lenin y el exilio de Trostki, el stalinismo burocratiza la revolución y comienza un período de trastocamiento de la ideología fundante, para convertirse, en un “sistema” autoritario e imperialista, que lleva a la URSS al colapso del 8 de Diciembre de 1991.

¿Reforma o Revolución? El trasfondo del debate en Argentina a partir de 1917

El Partido Comunista Ruso o Partido Bolchevique, desmembramiento del Partido Obrero Social Demócrata Ruso (POSDR), se funda en 1918. Constituida la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1925, el partido llamase PCUS, Partido Comunista de la Unión Soviética.

En nuestro país, sobre finales del Siglo XIX, las ideas revolucionarias habían penetrado a través de la inmigración. Así, el primer grupo socialista organizado, surgió en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1892, con la creación de la “Agrupación Socialista, Partido Obrero, Sección Buenos Aires”, iniciático del Partido Socialista. Los emigrados alemanes, italianos y franceses, junto con algunos argentinos, constituyeron en 1894 el Partido Socialista Obrero Internacional.

En agosto de 1893 el médico Juan B. Justo funda un periódico que “defiende los intereses de la clase trabajadora”. Allí nace el órgano partidario “La Vanguardia”.

Luego, y ante las diferencias frente a la cuestión rusa, y acusados los socialistas de “reformitas” y “librecambistas”, un sector se separa para conformar el 6 de Enero de 1918, el Partido Socialista Internacional, más tarde “Partido Comunista de la Argentina” (PCA) adhiriendo a la Revolución de Octubre y la Tercera Internacional leninista. Mantuvo desde siempre un alineamiento casi automático con el PC de la URSS, lo que generó roces con el resto de la izquierda, que les acusaban de bregar más por los intereses geopolíticos soviéticos que por el surgimiento efectivo de una revolución comunista en la Argentina.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el PC mantuvo una activa participación en la arena internacional a favor de la URSS, organizando colectas de ayuda y aportando sus dirigentes a distintas tareas internacionales.

PERONISMO O COMUNISMO

Es a raíz del acontecimiento del 17 de octubre de 1945, “el subsuelo de la Patria sublevado” al que refiere Salabrini Ortíz, que dentro del partido surgieron cuestionamientos a la línea política del mismo y a la dirección encabezada por Codovilla y en la Conferencia nacional de diciembre de ese año, Rodolfo Puiggrós expresó abiertamente las críticas y exigió buscar acuerdos prácticos con Perón en torno a la defensa de los intereses de los trabajadores y la lucha contra el imperialismo. A pesar de ello, en las elecciones de 1946 el PC formó parte de la Unión Democrática, opositora al peronismo. Puiggrós fue expulsado en 1947 y fundó el Movimiento Obrero Comunista junto con algunos sindicalistas, partidarios de la alianza con el peronismo.

El PC dhirió a las tesis del XX Congreso del PCUS, que postulaban el tránsito pacífico al socialismo por la vía electoral.

Mientras el peronismo (proscripto y perseguido) se movilizaba por el retorno de Perón, el PC comenzó a “impulsar una acción conjunta, unitaria, de los partidos políticos, de la Iglesia y de las Fuerzas Armadas hacia el establecimiento de un gabinete cívico-militar”.

El desprecio por lo “criollo”, es el motivo fundamental por el que nunca pudieron ingresar a la Argentina profunda, iberoamericana, ni comprender sus problemas, desde un lugar de superioridad moral.

Al emerger el peronismo, fue visto por el PC de Codovilla/Ghioldi, como un movimiento de “lumpenes”, a los que había que combatir.

Su historiador más conocido, Leonardo Paso, a través de su libro “Rivadavia y la Línea de Mayo” pone de manifiesto la adhesión al mitrismo/sarmientismo.

Se planteaba al Pueblo una extraña y extranjerizante Revolución; desconocían el ABC de la “cuestión nacional”, sin entender el carácter de “movimiento de liberación” que el peronismo asumía.

El peronismo superó la propia doctrina alineada del PC argentino, y puso en práctica al decir de Perón, una “política social que desde su comienzo rindió sus efectos en este terreno y poco tardaron los comunistas en ser sus más enconados enemigos, porque vieron disminuir aceleradamente su predicamento en las masas que, mejor satisfechas en sus reivindicaciones e incorporadas a la nación mediante los derechos del trabajador, poco tardaron en darles la espalda”.

Hoy celebramos el centenario de la Revolución Rusa, que conmovió al mundo, y al mismo tiempo reivindicamos para nuestra Patria, al peronismo, su Tercera Posición y las históricas banderas de Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social.

Osvaldo Vergara Bertiche. Vicepresidente del ex Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.


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