«NOSFERATU» DE ROBERT EGGERS: UNA OBRA GÓTICA PARA UNA NUEVA ERA

0

Una película que respeta sus raíces mientras se atreve a innovar, a explorar nuevos matices dentro del género.

Escribe: Juan Pablo Godoy Jimenez

Es difícil describir la sensación de sentarse a ver una película que desde sus primeros minutos logra transportarte a otro tiempo, a otro mundo, donde la oscuridad y el arte se mezclan para contar una historia que te deja completamente sin aliento. Eso es lo que se experimenta al ver Nosferatu (2024), la tan esperada reinvención del clásico de 1922, dirigida por Robert Eggers. Sabía que Eggers, con su impecable historial en The Witch y The Lighthouse, venia con una racha ganadora. Pero lo que nunca imaginé fue hasta qué punto elevaría el cine gótico con esta obra.

Desde el comienzo, la cinematografía marca el tono de la película. Cada encuadre es un poema visual, cargado de sombras que parecen moverse con vida propia. Hay un respeto profundo por las raíces del expresionismo alemán, con encuadres que evocan directamente a la obra original, pero al mismo tiempo se siente moderna, visceral, con un detalle en los contrastes y las texturas.

El corazón de la película, sin embargo, está en sus personajes. Bill Skarsgård como el conde Orlok es simplemente impresionante. Su interpretación del vampiro logra algo que pocas versiones modernas del mito han conseguido: te aterroriza y, al mismo tiempo, no podes dejar de mirarlo. Skarsgård aporta un aura sobrenatural, casi alienígena, a su interpretación. Es un monstruo, sí, pero también un ser trágico, consumido por un hambre que lo condena. En cada movimiento, en cada mirada, Skarsgård logra transmitir esa dicotomía entre depredador y víctima de su propia maldición.

Por su parte, Lily-Rose Depp como Ellen es un contrapunto perfecto. Su Ellen no es solo la típica heroína gótica; hay una fuerza sutil en su fragilidad, una luz que brilla incluso en los momentos más oscuros de la película. Depp logra transmitir tanto la inocencia como la determinación de su personaje, y su química con Skarsgård da lugar a algunas de las escenas más memorables de la película. No se puede dejar de mencionar el trabajo de Nicholas Hoult como Thomas Hutter. Su descenso a la locura, paranoia y el terror es palpable, y Eggers logra capturar cada matiz de su actuación, haciéndote sentir su miedo de una forma física.

Los efectos son dignos de mención. Eggers es conocido por su amor al detalle, y acá no decepciona. En lugar de confiar exclusivamente en efectos digitales, el director opta por una combinación de efectos prácticos y visuales que le da una textura única a la película. La plaga que se desata en el pueblo se siente real, casi tangible. Hay un horror físico en cómo se muestran las ratas, las sombras que se deslizan por las paredes, la lenta decadencia de un pueblo entero bajo la sombra del vampiro.

Nosferatu no es solo un homenaje al clásico de 1922; es una reinterpretación que lo iguala y hasta lo supera en algunos aspectos. Eggers entiende que el terror gótico no depende de sobresaltos baratos, sino de una atmósfera que te envuelve, de una sensación de inevitable fatalidad que crece con cada escena. Es una película que respeta sus raíces mientras se atreve a innovar, a explorar nuevos matices dentro del género.

Esta película no solo consolida a Robert Eggers como un cineasta al que hay que estar atento, sino que también demuestra que el terror gótico sigue vivo, palpitante, listo para asustarnos y maravillarnos. Una experiencia inolvidable, oscura y hermosa a partes iguales. Si bien su ritmo pausado y su enfoque en la atmósfera pueden no ser para todos, para los amantes del género, Nosferatu es un sueño hecho realidad.


Descubre más desde hamartia

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario