LOS VÍNCULOS DE LA FAMILIA BOLSONARO CON LOS ASESINOS DE MARIELLE FRANCO

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Marielle Franco. / Mídia NINJA

Escribe: Bernardo Gutiérrez

Publicada originalmente el jueves 28 de marzo del 2024 en CTXT

La corrupción inmobiliaria de las fuerzas paramilitares de Río de Janeiro une a la familia del expresidente de Brasil a los hermanos Brazão, acusados de idear el asesinato de la exconcejala carioca

Unas horas antes del asesinato de la concejala carioca Marielle Franco, Élcio Queiroz, el chófer del vehículo desde el que se perpetraría el crimen, visitó el condominio Vivendas da Barra de Río de Janeiro, residencia personal de Jair Bolsonaro. A las 17:10 horas del 14 de marzo de 2018, Élcio aseguró en la portería del condominio que se dirigía a la casa número 58, perteneciente a Jair Bolsonaro. El portero declaró al Jornal Nacional de la Globo TV que alguien al otro lado del telefonillo, que identificó como “seu Jair”, autorizó su entrada. El portero observó cómo Élcio se dirigía con un coche marca Logan a la casa número 66, residencia de Ronnie Lessa, uno de los sicarios más reputados de la ciudad. Pocos minutos después, Élcio Queiroz y Ronnie Lessa salieron del condominio en el mismo vehículo. A las 21:30 horas de ese mismo día, cuatro balas alcanzaron la cabeza de Marielle Franco. Tres proyectiles atravesaron la espalda del conductor del coche de la concejala, Anderson Gomes. Ambos fallecieron en el acto. La cámara de seguridad que debería haber registrado el asesinato no estaba funcionando aquel día.

Ronnie Lessa (un policía militar retirado) y Élcio Queiroz (expolicía militar) fueron detenidos el 12 de marzo de 2019, tras un año de presión nacional e internacional para esclarecer el caso Marielle Franco. La visita de Élcio al condominio Vivendas da Barra sembró la sospecha de un posible vínculo directo del expresidente con la muerte de Marielle Franco. Buena parte de la izquierda no descartaba que alguien de la familia Bolsonaro fuera el “mandante” del crimen. La operación de la Policía Federal (PF), que decretó el pasado domingo la entrada en prisión de Domingos Brazão, Chiquinho Brazão y Rivaldo Barbosa como organizadores del crimen, descartó la hipótesis de la implicación directa de la familia Bolsonaro. El senador Flávio Bolsonaro se apresuró a afirmar que “para frustración de algunas personas, el expresidente Jair Bolsonaro no está implicado en las investigaciones”. Sin embargo, la historia de la familia Bolsonaro está ligada umbilicalmente al crimen, especialmente a la familia Brazão, como han probado medios como Intercept Brasil o Revista Fórum. Las milicias, como son conocidos los grupos paramilitares de Río de Janeiro, catapultaron la carrera de los Brazão y los Bolsonaro. “Los vínculos políticos, financieros y personales de los Bolsonaro con Lessa y con los integrantes de la familia Brazão son fuertes e indiscutibles”, escribe João Filho en Intercept Brasil. 

El asesinato de Franco simboliza como ningún otro el contubernio bolsonarista con el crimen organizado

A família

Ronnie Lessa era uno de los más reputados sicarios del Escritório do Crime, la poderosa milicia liderada por Adriano da Nóbrega. Aunque Jair Bolsonaro llegó a afirmar que no le conocía, existen vínculos entre ambos. La hija de Ronnie Lessa llegó incluso a estar relacionada con un caso con Jair Renan Bolsonaro, el hijo menor del expresidente. Por otro lado, la familia Bolsonaro tenía una relación íntima con Adriano da Nóbrega. Flávio Bolsonaro empleó en su gabinete en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj) a su madre y a su mujer entre 2010 y 2018. Por si fuera poco, Flávio entregó a Antônio da Nóbrega una medalla en la cámara en 2005. Y el propio Jair Bolsonaro calificó de “héroe” a Antônio cuando fue misteriosamente asesinado en febrero de 2020, después de haberse dado a la fuga tras su condena a prisión por el caso Marielle Franco.

Si la relación de los Bolsonaro con el Escritório do Crime es indiscutible, los vínculos que mantienen con la familia Brazão son estrechísimos. Chiquinho Brazão y Flávio Bolsonaro crecieron políticamente apoyándose el uno en el otro. Primero, como concejales. Después, como diputados regionales. Flávio Bolsonaro votó a favor de la nominación de Domingos Brazão para el Tribunal de Cuentas del Estado, hecho citado en el informe de la Policía Federal sobre la muerte de Marielle Franco. La entusiasta campaña a favor de Bolsonaro de los Brazão en las elecciones presidenciales de 2022 fue la guinda de un pastel conjunto confeccionado durante décadas.

La implicación de Chiquinho y Domingos Brazão en la muerte de Marielle Franco, anticipada por Intercept Brasil en enero, no sorprendió a nadie. La sorpresa del informe de la Policía Federal fue otra: la especulación inmobiliaria pudo ser uno de los motivos del asesinato de la exconcejala.

A finales de 2010, las milicias dominaban el 41,5% de las 1.006 favelas de Río de Janeiro, mientras que los traficantes controlaban el 55,9%

Mafia inmobiliaria

Chiquinho Brazão, que presidió la Comisión de Asuntos Urbanos del pleno de Río de Janeiro, legisló a su favor para regular un condominio ilegal en Jacarepaguá, uno de los epicentros de la milicia carioca, en la Zona Oeste, territorio Bolsonaro. Marielle Franco se oponía al pelotazo de los Brazão y defendía la ocupación del terreno por personas de baja renta. La especulación inmobiliaria también es el telón de fondo de la rachadinha de Flávio Bolsonaro, su caso de corrupción más sonado. Una investigación del Ministerio Público probó que Flávio Bolsonaro confiscaba parte del salario de los funcionarios de su gabinete en la Assembleia Legislativa de Río de Janeiro y lo invertía en edificios construidos ilegalmente por la milicia. Flávio entregaba, según el informe, alrededor del 40% de los salarios de sus funcionarios a Antônio da Nôbrega, el “héroe de Jair Bolsonaro”, quien destinaba la cantidad en diferentes ramos de la milicia. El Ministerio Público detectó una actividad novedosa del Escritório do Crime: grilagem (falsificación de títulos de propiedad) en el área de la construcción civil en Rio das Pedras y Muzema, dos favelas de la Zona Oeste en las que operan las familias Brazão y Bolsonaro.

A finales de los años 2000, el Escritório do Crime operaba en las favelas y algunos barrios como el resto de milicias: cobraban tasas de seguridad a cambio de protección contra los traficantes, imponían su monopolio en la venta de bombonas de gas y botellones de agua, ponían en marcha bingos clandestinos u ofrecían ilegalmente señal de TV por cable. Sin embargo, poco a poco, el Escritório do Crime fue transformándose en una especie de agencia de pistoleros de élite para asesinar a todo aquel que se opusieran a los intereses inmobiliarios de la milicia. La mayoría de sus sicarios provenían del temido Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de la Policía Militar, retratado en la película Tropa de Élite (2007).

La transformación inmobiliaria del Escritório do Crime es la metáfora perfecta de la evolución de las milicias brasileñas. A finales de 2010, las milicias dominaban el 41,5% de las 1.006 favelas de Río de Janeiro, mientras que los traficantes controlaban el 55,9%, según el Núcleo de Pesquisas das Violências de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. A finales de 2020, las milicias ya tenían más poder que los traficantes de la ciudad: controlaban el 55,5% del territorio, en el que vivían 3,7 millones de personas. Su crecimiento no habría sido tan meteórico sin el apoyo expreso de políticos de peso. César Maia, alcalde de Río entre 2001 y 2009, fue un fiel defensor de las milicias, a las que denominaba “autodefensas comunitarias”. Las familias Brazão y Bolsonaro construyeron durante décadas un eslabón sólido entre el sórdido mundo de las milicias y la política. En 2022, una investigación periodística reveló que 51 de las 107 propiedades inmobiliarias de la familia Bolsonaro fueron compradas con dinheiro vivo (al contado), una práctica habitual en el mundo del crimen.

El asesinato de Franco fue un burdo mecanismo para proteger los propios intereses inmobiliarios de las familias políticas de las milicias

Salto presidencial

A inicios de 2016, meses antes del golpe parlamentario que alzaría a Michel Temer a la presidencia de Brasil, los métodos de las milicias ya se habían expandido desde Río de Janeiro a otros estados como Pará, São Paulo, Bahia, Ceará, Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso o Mato Grosso do Sul, entre otros. Pocos sospechaban que dos años después, Jair Bolsonaro, que fraguó su carrera apoyándose en las milicias (y apoyándolas), llegaría a la presidencia. El periodista Bruno Paes Manso, en su monumental libro República das milicias, no duda en considerar a Jair Bolsonaro el verdadero “rey de las milicias”. Su llegada a la presidencia produjo un salto importante en el mundo paramilitar. Supuso la alineación de un engranaje criminal que se expandía ya por la mayor parte del país. El gobierno se colocó al servicio del crimen.

El asesinato de Marielle Franco simboliza como ningún otro el turbio contubernio bolsonarista con el crimen organizado. Rivaldo Barbosa asumió la dirección de la Policía Civil de Río de Janeiro un día antes del crimen, nombrado por el mismísimo vicepresidente de Bolsonaro, Walter Souza Braga Netto. Barbosa fue detenido el pasado domingo por obstruir las investigaciones sobre el asesinato de Marielle Franco y sobre crímenes del Escritório do Crime, especulación inmobiliaria mediante. 

El periodista Bruno Paes Manso asegura que Bolsonaro y su familia son los representantes ideológicos de una cultura miliciana que se fortaleció en Río de Janeiro y llegó a la presidencia de Brasil. “Desde que (Bolsonaro) vislumbró esa verdad hace muchos años, se deshizo de frenos morales y pasó a predicar abiertamente la violencia. Bolsonaro actuó en defensa de esas creencias, levantando la bandera de la ideología paramilitar contra las instituciones de la Nueva República, que simbolizaban aquello que debía ser destruido”.

El asesinato de Marielle Franco, disfrazado de cruzada moral, fue en el fondo un burdo mecanismo para proteger los propios intereses inmobiliarios de las familias políticas de las milicias.

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