«DJINNS» DE SEYNABOU SONKO
Una historia que transcurre en los barrios marginales de Paris, sobre lo que no es de este mundo y sin embargo existe.
Escribe: Gabriela García
Todo es difícil de pronunciar: jnounné, el plural; djinn, el singular; djinns, el nombre del libro; y Seynabou Sonko, su autora. ¿Cómo ha llegado a nuestra orilla esta escritora? Pues a los franceses les ha interesado muchísimo, y de ahí a un mercado editorial más amplio no hay muchos pasos más. ¿Que los franchutes son un poco exotistas? Sí, tal vez, algunos. Lo cierto es que el exotismo se les ha metido en el país desde hace algún tiempo, y lo que hace esta escritora es visibilizarlo. Les encantó.
Penda es una adolescente negra de origen senegalés que vive en un barrio pobre de parís, tiene un trabajo de pobres, una abuela y hermana pobres, y un amigo de la cuadra que también lo es. Y para colmo de males tiene un vecino que ha tenido un brote psicótico y está encerrado en un hospital. La abuela de Penda es curandera y ambas van a intentar salvarlo de las garras de la psiquiatra de guardapolvo blanco, y de la adicción a las drogas malas. Para ello van a hacer uso de una droga buena, una sagrada, el Iboga. Su abuela no tiene dudas sobre la superioridad de sus métodos, y Penda, menos segura, dilucida sus pensamientos mientras deambula en patineta sobre los frutos de los castaños de la ciudad Luz, que no parece tan bien iluminada en los barrios marginales de Paris. La raíz de sus vacilaciones tiene que ver con la pertenencia a mundos diferentes. Resulta que en el naufragio de la historia de su país, de esclavos primero y de colonia después, estas inmigrantes africanas supieron agarrar algunos petates para la supervivencia, y es por eso que conocen de magia y de suras del Corán. Y también se han llevado con ellas sus genios, especies de dobles invisibles con quienes están en constante transacción, sus djinns. El de Penda es varón y blanco, y muchas veces la hace olvidar que ella misma es negra, tiene que forzarse a recordarlo, como en la película Memento, su favorita. Como está en conflicto con su djinn no cree que la abuela pueda iniciarla en sus artes. Aun así Penda hará su parte en la misión para salvar a su vecino y amigo, y deberá conseguir el Iboga en el bosque de Fontainebleau.
La autora es música y se le nota. Compone un universo de elementos yuxtapuestos que suenan bien y con gracia. Es así que se suceden la mitología árabe pre islámica, los edificios ocupados de la Paris africana, el Corán, la psiquiatría, los ritos de iniciación, el uso de drogas, la explotación laboral, la discriminación racial, el uso de plantas sagradas, lo urbano, el bosque, el Google Maps, la comida vencida, la diáspora, el deseo de volver, el deseo de quedarse afuera, el deseo de quedarse adentro, los que van, los que vienen, el desorden y la falta de higiene que siempre, siempre atraen a lo que no es de este mundo y sin embargo existe.
Esta canción que nos cuenta la historia de Penda, y que es una novela, ordena la narración en capítulos breves, con títulos chistosos. Como dice la narradora, el lenguaje también puede funcionar como una startup.
¿Cuál es la coda de esta novela fresca y mordaz? Bueno, tal vez la autora se mete demasiado y a través de su narradora nos deja una moraleja: “Finalmente, la abu dijo: ‘Penda, hablar dos idiomas o incluso más es una riqueza, tener djinns no te convierte en una persona enferma, es sano, la unidad del sujeto es una construcción que te fragmenta’, y añadió que no debía sentirme obligada a optar por una cosa u otra. Quién mejor que ella para saberlo, una senegalesa que, tras convertirse en paria dentro de su familia, había echado nueva raíces en Gabón mientras criaba a sus nietas en Francia”. La idea es demasiado importante, a la autora le habrá parecido urgente dejarla bien clara aunque tuviera que ponerse un poco discursiva. Y le va razón en ello, porque la negación del conflicto muchas veces nos ha llevado a la barbarie, y aceptarlo es una opción política y epistemológica que nos hace estar en este mundo con la dignidad de hospedar lo diferente. Sin dudas una novela digna de llegar a cualquier orilla aunque cueste pronunciar su título.
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