16 septiembre, 2024

El DNU del gobierno impuso la discusión sobre las SAD en el fútbol argentino. Un repaso sobre los argumentos que nos llevan a posicionarnos en contra y advertir sobre la llegada de este modelo de negocio a nuestro deporte. Un deporte que se ha destacado por su modelo de inclusión y éxito a partir de las asociaciones civiles sin fines de lucro

Escribe: Sebastián G. Rosa (*)

Publicada originalmente el sábado 3 de agosto del 2024 por Lástima a Nadie, Maestro

La perspectiva libertaria es la de la privatización y mercantilización de todos los aspectos de la vida. Junto al apoyo de Macri, el gran promotor de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en Argentina, su propuesta implica que los clubes de los que somos hinchas sean empresas de las que somos clientes. En ese sentido, el gobierno de Javier Milei impulsa de manera sistemática el ingreso de las SAD al fútbol argentino. Lo hace en entrevistas con periodistas amigos, lo hace por twitter, lo hace a través del mega DNU e intentando incorporarlo en la Ley Bases y lo hace a través de su equipo de gobierno con Scioli, Sturzenegger, y de figuras públicas afines que van desde Sergio «Kun» Agüero hasta Ricardo Caruso Lombardi

Los espejos de colores que promete el presidente, auguran la llegada de incontables capitales extranjeros con una incontenible pasión por invertir millones de dólares en los clubes argentinos y convertirlos en los mejores del mundo, llevándolos a competir contra el Real Madrid, el Manchester City o el PSG. Para eso, imaginan refuerzos propios de esas latitudes, incorporando a Messi a Newell’s y a Di María a Rosario Central, pero también a jugadores como Haaland, Mbappé o Vinicius llegando a Boca, River, Racing o Talleres para competir en las copas internacionales contra los clubes brasileros. El problema del fútbol argentino, en su mirada, es simplemente una falta de inversión, y si debe llegar por el lado del capital privado, mejor.

Pero, como suele pasar, la lectura del presidente y de los promotores de las SAD no solamente es simplista, sino que falla profundamente en el diagnóstico. Con el afán de impulsar negocios vinculados a grupos privados cercanos a sus intereses y los de sus socios, oculta un conjunto de problemas que la incorporación de las SAD implicaría para el fútbol argentino.

La pregunta por las SAD en el fútbol argentino no es de carácter filosófico, sino concreto y contextual. Los clubes existen hace más de cien años, tienen sus historias, hinchas, socios, identidades, movimientos, peñas, camisetas, idiosincrasia, estadios, jugadores, mitos, vidas.

En ese marco, debemos conocer y rescatar el rol fundamental que cumplen los clubes argentinos en la sociabilidad democrática de nuestro país. Los clubes son claves para la integración de cientos de miles de chicos y chicas en cada barrio. Durante la pandemia, muchos fueron centros de vacunación, y varios ofrecen sus instalaciones durante el invierno a los más necesitados para que tengan abrigo. Eso no lo hacen las empresas, lo hacen las asociaciones sin fines de lucro.

Y aquí está el primer gran punto neurálgico: para una SAD sólo tiene valor todo aquello que genera rédito económico. Las empresas priorizan ganar dinero. Cierran todo lo que no sea redituable, todas las actividades sociales, deportes amateurs. Para las asociaciones civiles sin fines de lucro, el objetivo es el desarrollo institucional, obtener ganancias es un objetivo para mejorar el club, no un fin en sí mismo. Entonces promueven actividades inclusivas, áreas de memoria, de género, de historia, departamentos sociales, encuentros, actividades amateurs y múltiples disciplinas. Transformar un club argentino en una SAD implica desfinanciar, desarmar y destruir todo ese entramado social, cultural y deportivo.

Justamente por ese rol social, los clubes han recibido por parte del Estado facilidades para crecer y desarrollar sus actividades. Como explicó claramente Ángela Lerena, las SAD permitirían desarmar las estructuras institucionales para promover negocios inmobiliarios y conformarse en lugares ideales para el lavado de dinero ilegal como el del narcotráfico. Los clubes tienen mecanismos de control internos y externos mucho más amplios que las empresas privadas que protegen sus terrenos y bloquean de manera mucho más eficiente esos negociados. Transformar un club argentino en una SAD implicaría perder muchos de sus predios en ventas para financiar las ganancias empresariales, quedando sólo aquellas referidas al fútbol masculino que sean redituables.

En ese sentido, la propuesta de Javier Milei y Mauricio Macri también es concreta en cuanto a los grupos empresarios. La primera sociedad de inversiones interesada en hacer negocios en el fútbol argentino fue 777 Partners, que tuvo reuniones con el secretario de Turismo, Ambiente y Deportes Daniel Scioli y la diputada de La Libertad Avanza Juliana Santillán. El grupo, tiene participación en el Vasco da Gama (Brasil), Genoa (Italia), Hertha Berlín (Alemania), Sevilla (España), Red Star (Francia) Melbourne Victory (Australia) y Everton (Inglaterra). Este último fue multado con quita de puntos por incumplir el reglamento del Fair Play Financiero. El grupo también perdió su participación en el Standard Líege (Bélgica) por falta de pago de deudas. En Estados Unidos, los dueños del grupo están siendo procesados por un supuesto fraude de 350 millones de dólares. La pregunta hoy no es solamente si preferimos el modelo de Asociaciones civiles o de SAD. Es a partir de la presión vinculada a grupos de poder corruptos para ingresar al fútbol argentino a través de las SAD. Estos son los socios de los que lo impulsan.

Existen SAD y Asociaciones Civiles millonarias con grandes éxitos deportivos. Manchester City (SAD) o Real Madrid (AC), PSG (SAD) o Barcelona (AC) son algunos de los clubes que Mariano Cúneo Libarona, Ministro de Justicia de la Nación, utilizó como referencia para elogiar las SAD, aunque algunos son propiedad de sus socios. En esos casos, Real Madrid y Barcelona son además clubes con múltiples deportes y participación en gran cantidad de disciplinas. Como reza el lema del Barca, más que un club. Pero si miramos a sudamérica y vemos el panorama desde un mapa global, el cuento no es de hadas sino de terror para las SAD en el fútbol. En Chile, por caso, el ingreso de las SAD destruyó completamente el modelo institucional y la cadena de formación juvenil. La generación dorada que ganó dos Copas América consecutivas y clasificó a los mundiales fue formada en clubes sociales. En los rendimientos de los clubes y también de sus selecciones vemos hoy el fracaso del modelo privatizador. “A partir de la llegada de las SAD los dueños están invirtiendo muy poco en divisiones inferiores. Una vez un dueño me dijo ¿Para qué voy a invertir en un chico de 12 años si yo quiero estar dos o tres años?”, le contó el ex entrenador de la roja Bichi Borghi al periodista Roberto Parrotino

Las Asociaciones Civiles impulsaron históricamente la formación de nuestros niños y jóvenes. Como muestra el libro Semilleros, los campeones del mundo 2022, cuerpo técnico incluido, crecieron y se desarrollaron en clubes de barrio. Son los campitos donde se iniciaron los más grandes de la historia y desde donde salen las grandes figuras que nuestro país brinda al fútbol mundial hace más de cien años. Y no solo al fútbol, también al básquet, vóley, hockey, y en tantas disciplinas en las que la bandera celeste y blanca es protagonista por el nivel deportivo de sus representantes.

Si queremos ver el éxito de los clubes, en Uruguay los campeones y formadores siguen siendo Asociaciones Civiles, tanto Nacional y Peñarol como los grandes desarrolladores de talentos de Liverpool, Defensor Sporting, Danubio, entre otros. Le siguen aportando a las selecciones y al fútbol mundial, mientras el City Torque descendió, perdió jerarquía y no promovió talento a los seleccionados.

Los últimos grandes campeones de Brasil y de La Copa Libertadores son asociaciones civiles. Palmeiras, Flamengo, Fluminense son Asociaciones Civiles, y tienen en sus academias la formación de los grandes cracks mundiales de la verdeamarela. También funcionan como Asociaciones Civiles clubes grandes como: Corinthians, Sao Paulo, Santos, Gremio, Internacional de Porto Alegre, Fortaleza. Entre las SAD en Brasil están Cruzeiro, de paso reciente por el descenso, Vasco da Gama, Atlético Mineiro, Botafogo, Atlético Paranaense, RB Bragantino, Bahía. En su mayoría son equipos medios venidos a menos o clubes más jóvenes. Muchos son parte de grupos propietarios a nivel global (Botafogo, Lyon, Crystal Palace o RB Bragantino, RB Leipzig, RB Salzburg o Bahía en el City Group). Son una segunda línea de competitividad en Brasil, muchas veces son escala de prueba para los grandes clubes de esos grupos empresarios. Es que la inclusión de los clubes sudamericanos en el mercado global como vendedores de jóvenes talentos ya existe. Las SAD no vienen a transformar eso convirtiendo a sudamérica en un polo de inversiones sino a aprovechar esas ventas e incluirlas en negocios privados en lugar de reinvertirlas en los clubes para su desarrollo, como pasa en la mayoría de los clubes satélite de los más grandes.

El último aspecto fundamental de esta insistencia desde los grupos empresarios por ingresar en los clubes en formato de SAD es su implicancia en el carácter democrático de los mismos. 

Las Asociaciones Civiles permiten a los socios decidir democráticamente sus destinos. Con elecciones periódicas, con múltiples mecanismos de participación como asambleas, departamentos de socios, etc. En las empresas decide el dueño y su CEO, no tiene por qué escuchar a los hinchas, que ya no pueden ser socios sino clientes. En ese proceso, cuando una Asociación Civil es dirigida de manera contraria a los intereses de la mayoría de sus socios tienen múltiples instancias de participación para pronunciar sus desacuerdos, intervenir políticamente y hacer oír sus voces. Cuando un club es mal gobernado, los socios pueden cambiar su destino. E incluso si esa mala gestión llevara a las peores instancias dejando deudas imposibles de solventar existen mecanismos de auxilio para los clubes entendidos como parte del deporte social. La sanción de la Ley 25284 de Entidades Deportivas, promulgada a partir de la quiebra de Racing Club de Avellaneda, otorga en nuestro país un marco de protección para las entidades en quiebra mientras se gestiona un desendeudamiento fiscalizado, pero que mantiene la existencia institucional y promueve su restitución a sus dueños originales, los socios y socias. En cambio, cuando una empresa entra en proceso de quiebra sus bienes son utilizados para sanear las deudas y se vacía hasta desaparecer. Deja de dar ganancias, pasa a ser un problema, deja de existir.

En estos tiempos muchos clubes decidieron en asambleas abiertas incluir en sus estatutos la adopción irrefutable como asociaciones civiles sin fines de lucro. Así, garantizan la continuidad de las elecciones, que quedaría cancelada ante el desembarco de una SAD, de una vez y para siempre. Porque una vez que se compra un club, no hay vuelta atrás, no hay más socios ni posibilidad de votar. Todos los clubes integrantes de la AFA, a través de sus comisiones electas democráticamente se pronunciaron recientemente también a favor del modelo de asociaciones civiles como base de la construcción social histórica de sus identidades. La propia AFA tuvo recientes asambleas donde ratificó con el voto de los clubes miembros (elegidos a su vez por sus socios) que todos los clubes que la integran y juegan en sus torneos deben ser asociaciones civiles. Todo esto, sin mencionar la participación masiva de hinchas y socios de los clubes del país en rechazo al proyecto de privatización a través de las SAD en diversas manifestaciones físicas y virtuales.

Los hinchas, los socios, ya eligieron. Los clubes ya eligieron. La AFA ya eligió. El modelo del fútbol argentino, el de los campeones del mundo y los clubes de barrio, el de los deportes amateurs y las áreas de cultura, el del fútbol profesional masculino y el de las elecciones democráticas ha sido, es y será el de las asociaciones civiles. Lo que existe del otro lado es un intento más, uno burdo y avasallante, orquestado por una serie de empresarios y negociados que nada tienen que ver con el juego para quedarse lo poco que nos queda a cambio de espejitos de colores.

(*)
Twitter: @sebastianrosa
Creador de: @cortayalpie11


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