LA ALQUIMIA DILLOM
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Alguien lo bautizó como el rapero nacional y no se equivocó. El título hace justicia con este artista independiente de 24 años. Su disco “Por cesárea” es de lo más interesante de estos últimos tiempos. Amplió el promedio de edad de su público (doy fe), profundizó la búsqueda de una música y estética propias, sin atarse a los géneros y volvió a poner en escena el debate sobre arte y política. ¿Qué duda cabe? Sí, Dillom es el rapero nacional.
Escribe: Mariana Collante
En la primera fecha del Cosquín Rock 2024, Dillom hizo una versión de “Sr. Cobranza” de las Manos de Filippi, una canción que forma parte de la banda sonora de las luchas sociales de fines de los 90 y principios de los 2000. La actualizó y cantó: “A Caputo en la plaza lo tienen que matar”. Por supuesto, generó reacciones de apoyo y rechazo en las redes sociales y en los medios de comunicación, pero nadie dudó de que se refiriera al ministro de economía, Luis Caputo.
Estábamos en febrero y el ajuste sobre el poder de compra de los trabajadores y trabajadoras se sentía como una bomba de gas lacrimógeno en el bolsillo. La Libertad Avanza ganó las elecciones capitalizando el hartazgo de la gente con la clase política, espíritu de época que “Sr. Cobranza” expresa muy bien, y que la versión de Dillom reformuló: estos tipos que están en el poder también son parte de lo mismo.
Hubo escándalo, inclusive una causa judicial por incitación a la violencia contra el músico, que luego fue desestimada. Lo cierto es que el pibe del juguito en la cara saltó las diferencias generacionales y capturó la atención. ¿Y qué tenía para ofrecer? Una alquimia de rap, rock, pop, punk, trap y muchísimas referencias cinematográficas, pictóricas y hasta literarias. Todo eso fue configurando una estética y un contenido novedoso y sin etiquetas.
Dillom se aseguró la libertad creativa un par de años antes, cuando creó, junto a sus amigos músicos de la RIP Gang, el sello Bohemian Groove.
Y no me quiero poner solemne porque el rapero nacional tiene un sentido del humor que aplica como antídoto contra la fama, lo subraya en las entrevistas, en los videos y canciones. Inclusive en “Por cesárea”, el disco que publicó a fines de abril, cuenta con pequeñas dosis de humor, pero no para distender, sino para ponernos aún más tensos. Dillom se mandó un tremendo disco conceptual que nos introduce en el interior de un personaje que está por “cometer algo horrible”. Tiene recuerdos nada felices de la infancia, siente ganas de morir, de vengarse, de matar. Está débil, eufórico, necesitado, paranoico. La narrativa es inquietante y, por momentos, alejada de la racionalidad. Las canciones remarcan que la normalidad no es una condición del ser, sino una contingencia. Lo que está en el terreno del deseo abyecto puede volverse acto, y más si la víctima es una mujer, puesto que el machismo sumado habilita la pulsión irracional.
“Por cesárea” es un disco que habla del tiempo cruel que nos toca vivir, del límite frágil entre realidad y ficción, salud y enfermedad.
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Por esa obra, Dillom recibió la nominación a álbum de año en la categoría alternativa de los Latin Grammy, un certamen de la industria musical que se realizó a mediados de noviembre en Miami. Se presentó en la ceremonia con una camisa que decía: “Grammy Latinos en USA…”, al ser consultado por el significado de la leyenda, dijo: “Es una observación. Me parece curioso que los premios latinos sean en Estados Unidos”.
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Además del material mencionado, participó de colaboraciones con nuevos músicos como Marttein y Muerejoven. Grabó una sesión de cinco temas con Santiago Motorizado que mostró otra faceta de lo que puede generar como cantante.
Cierra el año, y la alquimia Dillom fue una de las presencias artísticas más gratas, que más me hicieron pensar, incluso reír. El episodio libertario insulta en redes y no se la banca en la vida real Nº 254 quedó sellado con una pregunta que le hizo el músico al tipo que se escondía para no recibir las consecuencias de su bardeada por X: ¿Vos sos La Pistarini?
Su politicidad abarca la relación con el mercado, con los discursos gubernamentales, las tradiciones que recupera e incluye en su obra y los riesgos que está dispuesto a correr para ampliar los límites de lo sensible, de lo conocido en la música nacional.
Las conclusiones sobre una obra serán siempre subjetivas, parciales e inestables, porque la carrera de Dillom está viva, en pleno crecimiento y el arte se analiza en un contexto cambiante de producción y recepción. Lo que sí puedo asegurar es que este año su libertad me dio momentos de felicidad. Quizás te pase algo parecido. La invitación está hecha.
Foto Portada: Prensa Dillom
Esta nota forma parte de la edición digital de revista hamartia Año 15 / Enero 2025
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